MI VIDA EN STUTTGART

miércoles, 16 de febrero de 2011

Miércoles 16 de Febrero

Y nos fuimos a Barcelona. Qué ciudad!! Cuatro días es la nada misma para conocer esta ciudad. Pero hicimos lo que mejor que pudimos. Lo bueno es que no tuvimos problemas en el lugar donde nos alejamos, así que podemos volver a pegar en la pera tranquilos cuando queramos.
Digo lo mejor que pudimos, porque salir con guagua pucha que es distinto. En todos los sentidos. Antes tomábamos nuestras mochilas con el Coso y partíamos. Ahora, hay que chequear todo mil veces. Anda que la guagua se vaya a quedar sin pañales o sin leche o no tenga muda de ropa y se moje… pfs! Eso sin contar con que ahora viajamos con una maleta de las grandes (chao mochilas juveniles) y la mitad de ésta es sólo para cosas de la Libe. El resto lo tenemos que compartir con el Coso, obvio que el pobre sale perdiendo. Pero bueno, los hombres también llevan menos cosas que una, siempre.
Llegamos a la ciudad y a la salida al amigo del Coso le pasaron un parte por llevar una menor sin la silla de auto respectiva….pucha oh! Pensamos, Europa es terrible, no perdona nada. Nos fuimos en taxi, 28 euros que no estaban presupuestados.
Al día siguiente, empezó nuestro recorrido. Sin palabras. Barcelona tiene una onda indescriptible. Me encantó. Recorrimos la Catedral del Mar, la catedral de la ciudad, el Barrio Gótico, la Barceloneta, el paseo costero, La Rambla… y claro, dije antes que andar con guagua cambia las cosas, pero no necesariamente es complicado, simplemente es diferente. Con la Libe todo es diferente, porque ella le pone su sello a cada cosa. Es tan rico ver sus reacciones frente a las cosas nuevas. Es como conocer todo por partida doble. Una es mi propia primera impresión de un lugar y luego viene el observar su carita y sus ojos e imaginar cómo estará procesando todos los estímulos que hay a su alrededor. Se portó regio!!
Al día siguiente nos fuimos a la playa, a Sitges. Mediterráneo total. Muy simple, precioso, todo como en las películas, casas de color blanco y azul, arquitectura antigua, pequeñas calles y el día nos acompañó completamente. Brilló un sol cálido todo el día. Pucha que se agradece eso después de estar cuatro meses en un frío invierno. Lo único que a la Libe no le gustó mucho la arena.
El tercer día fue para la Sagrada Familia. Y esto merece mención aparte. Todo lo que se pueda decir sobre esta maravilla arquitectónica es poco. Uf! Dios, cómo conmueve la genialidad de un hombre tan adelantado a su época. Mis humildes respetos para el señor Gaudí. Sentí deseos de llorar, tan profundos. Pero no era de pena ni nada malo, era de emoción. Esa emoción despojada de apellidos que se siente cuando uno se enfrenta a la belleza en su más puro formato.
Ahora, en este viajecito también entendí, o más bien, me quedó claro que descendemos de los españoles y no de los alemanes. Acá en Stuttgart, en general, ya les he contado, las cosas suelen funcionar correctamente. Uno puede andar con el coche y la guagua por casi todas partes, la gente tiene cierta cultura cívica que hace amable transitar por sus calles. Pero es más fría. Allá en Barcelona, la gente es cálida, más extrovertida. En el metro no sé si no encontramos el ascensor o no había de frentón, pero andar con el coche fue medio traumático. Subir y bajar escaleras me hizo sentir por unos segundos en Santiago. Qué rápido se acostumbra uno a lo que el facilita la vida no? Acá andar con la cartera en el canasto del coche sin preocuparse mucho es mi pan da cada día. En Barcelona, no. Allá tuvimos que andar con el banano bajo la ropa y pendientes de las personas a nuestro alrededor. Los mismos españoles nos decían que tuviéramos cuidado en ciertos lugares. No sé por qué pienso que cuando regrese a Chile voy a extrañar algo más que a las personas.
En fin, el viaje fue precioso. Me encantó la ciudad. Me encantó la gente. Me encantó el Mediterráneo. Lo mejor, me encantó viajar con la Libe. Tiene su encanto andar con guaguas. Sin contar que  en el counter para entrar al avión, podemos pasar primero, jaja.

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