MI VIDA EN STUTTGART

martes, 30 de noviembre de 2010

Martes 30 de noviembre



Ahora que se viene una nueva teletón les quiero contar lo que me pasa con este asunto. Ojalá no se  malentienda mi punto de vista, trataré de explicarlo lo más claro posible.
Cuando era chica, me encantaba ver este programa, trataba de quedarme hasta lo más tarde que aguantara o me dejaran. Incluso, de adolescente, fui más de una vez al teatro Teletón al programa mismo. Lloraba con los finales, en realidad lloraba con cada historia que mostraban y dejaba todo de lado por ver esas 27 horas de amor, como dice Don Francisco y su séquito.
Pero desde que comencé a relacionarme con el mundo de la diferencia, mientras más entraba en ese mundo, más me empezó a molestar el programa y cada vez lo veía menos.
Ahora, acá, tengo contratado Tv Chile por internet, yo creo que ahí van a dar la Teletón. No sé si la vea, quizá por ver cosas chilenas capaz que me conecte, pero prefiero mil veces ver por youtube la serie Los 80.
¿Y por qué me carga tanto la Teletón? A ver, antes de responder, quiero dejar en claro que no estoy en contra de la Institución Teletón. He conocido a más de un niño que asiste a rehabilitación y me consta que hacen una tremenda labor por las personas diferentes.
Lo que detesto profundamente es el formato televisivo de esas 27 horas. Me carga el morbo con el que manejan todas las historias, como manipulan todo para que la lástima sea la reina de la fiesta. Si parece que las historias se midieran por cuál hace llorar más que la otra.
¿Cómo podemos esperar que cambie la mentalidad de las personas frente a la diferencia, si una vez al año, todos los “rostros”, todos los famosos que tienen “credibilidad” salen avalando majaderamente la premisa “si siente pena, colabore con esta pobre gente”, porque en realidad, con cada historia que muestran  lo único que nos hacen pensar es “oh! Pobre niño y yo que me complico con tan poco!”. Entonces no sentimos tan miserables de ver nuestra vida tan completa, que partimos al banco a depositar. Bueno, ahora abrimos una página web y hacemos click, pero el asunto es el mismo.
Es que de otra forma nadie colaboraría podrán decir ustedes. Sí, puede ser cierto. El círculo vicioso de esto ya está tan armado que quizá nunca cambie. Pero me da mucha rabia. Mucha. Porque yo trabajo con las personas diferentes. Hace 17 años que entré en este mundo.
Y qué he visto? Que todos somos seres humanos. Que la “discapacidad” no existe. Que sólo somos diferentes. Que las capacidades de cada ser humano son diversas, profundas y tienen muchas capas. Y que si partimos relacionándonos con alguien pensando que es un discapacitado, nunca veremos al verdadero ser humano que tenemos al frente. Sea la diferencia que sea que tenga esta persona, física, mental o intelectual.
Si me paso el año tratando de cambiar la mentalidad de las personas que se creen normales, abriendo espacios donde se respete la dignidad de las personas diferentes, luchando contra la lástima, cómo no me va a dar rabia que aparezca un señor con tanto poder mediático como Don Francisco hablando de los discapacitados como una pobre gente y potenciando la lástima como la única forma de relacionarse con ellos. Gggrrrrrrrrrr!!!
Una vez vi una serie que se llamaba Perspecplejia. Era buenísima. Qué tenía esta serie? Que mostraba la vida de personas con diferencias físicas pero desde la perspectiva de la dignidad. No daba pena, nunca terminé llorando e igualmente me hacía reflexionar.
Si usaran un poquito de ese formato en la Teletón, quizá no se juntaría tanta plata, pero a veces, lo que necesita la gente diferente no es un aparato o un nuevo método de rehabilitación, sino que simplemente que los miren por lo que son, seres humanos.  Sin pena porque le falta una pierna o porque piensa más lento. Como seres humanos. Igual que ud. que lee esto y yo que lo escribo.
Ps. Igual colaboro y hago mi depósito, porque insisto, la institución Teletón hace una labor muy buena y necesaria.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Lunes 29 de noviembre

Uf! Esto de ser mamá me está consumiendo todo el tiempo, agreguemos a eso el fin de año, o sea, proyectos que rendir, proyectos que crear (sí, porque muy en Alemania estaré pero sigo haciendo cosas en Chile), cosas que redactar, casa que mantener (no olviden que soy dueña de casa con todas sus letras), marido que atender (pero que es super ultra colaborador) y vida que hacer, porque una no puede olvidarse de una misma, resultado de esta sumatoria: imposible publicar en mi blog.
Y el viernes pasado por hacer mi vida no pude publicar. El Coso llegaba temprano de la U ese día y justo mi amiga Vero me invitó a un panorama de tarde que sonaba entretenido. Fuimos al mercado de Navidad que se instala en el centro de la ciudad.
Me fui todo el camino al Ubahn elucubrando diversas teorías sobre por qué afuera de las casas había un recipiente redondo, de plástico, con imágenes de zapatos y chaquetas. Me dije, le voy a preguntar a la Vero cuando nos juntemos, mmmjj, se me olvidó, así que no les puedo contar para qué son eso tarros.
Ya en el Ubahn, en una estación se sube una pareja de dos hombres, riéndose y conversando muy normal. Pero cuando se cerraron las puertas del carro, como que se transformaron cual Dr Jekyll y Mr Hyde y de la risa pasaron a una seriedad de soldado alemán, sacaron unas credenciales y caminaron por el pasillo. Si hubieran visto la reacción de la gente, también se habrían asustado un poco, todos más que rápido buscaron algo. Qué era? El ticket de viaje. Yo les había contado que acá nadie controla que uno pague al momento de subirse a la locomoción colectiva, pero para eso están el Dr y su Mr.
Yo también rauda y veloz busqué mi ticket, no sin antes  sentir un apretón de guata gigante porque más de una vez me he subido y no he marcado el pasaje. Siempre que voy con la Libe, subo y lo primero que hago es ubicar el coche y frenarlo, pero resulta que en esa simple acción ya después, cuando está listo el coche, me olvido de marcar el ticket y siempre me acuerdo a la bajada. Aaaaaaaah! Pensé cuando vi a estos señores en el carro, menos mal que hoy entre derechito a cumplir con mi deber ciudadano, que susto que te pillen, qué me habrían hecho? El no hablar alemán y hacerme pasar por turista, me habría salvado? Nooooooooo, son implacables esos tipos me dijeron después, nada los convence, pasan la multa si  o si. Shuata shuata!!
Cuando me junté con mi amiga, lo primero que me dijo fue viniste soltera sin compromiso!! Oh! Ahí me di cuenta que esta era mi primera salida social sola, algo así como mi primer carrete, a la una del día, pero carrete al fin y al cabo. Y nos fuimos por el mercado a juntarnos con otras amigas de mi amiga Vero.
Sólo tengo dos palabras para describir lo que vi en ese paseo: IM-PRESIONANTE NO?.
Los puestos del mercado eran de madera, como unas pequeñas casitas, muy simples, pero que en el techo tenían cual más cual menos, unos adornos espectaculares, viejos pascueros moviéndose, peluches gigantes, muñecas de loza, trineos que avanzaban y retrocedían, enanos, chimeneas, etc. Dios mío, qué adornos! Cada puesto era un escenario instalado listo para la foto en su techo. Precioso.
Debo decir que acá da gusto ver viejos pascueros con sus trajes de piel, aunque sean sólo muñecos, porque con el frío que hace uno no piensa oh! Pobre abuelito debe estar muerto de calor (en el mejor de los casos y educadamente) como en Chile.
Los puestos venden de todo lo que puede vender una feria artesanal de cosas típicas. Lo mejor de todo, el glüwein, algo así como un navegado chileno. Yo, como doy pecho aun, tuve que tomar la alternativa sin alcohol, el kinderpunsch, riiiiiiiiiiiiiico!! Calientito y lo venden en unos tazones bien bonitos que si uno quiere lo compra.
Éramos un grupo de puras mujeres, que en torno a una mesa alta y redonda, nos reíamos a carcajada limpia de todo lo que se puede reír un grupo de féminas con glüwein en sus manos. Cuando el frío pudo más, nos fuimos a un café, a seguir riéndonos.
Como mi hija cena a eso de las 6, me tuve que ir, pero caminando entre medio del mercado justo empezaron a prender las luces de los puestos. Me emocionó el espectáculo. Me sentí como una niña mirando con la boca abierta algo muy muy muy espectacular. Qué ganas sentí de ver un viejo pascuero para ir a conversar con él. Varias navidades de mi infancia pasaron por mi cabeza en un segundo y me ría sola parada al medio de la calle mirando en todas direcciones.
Tengo que volver con la Libe, a ella esto le va a gustar pensé y me fui al Ubahn.

Ps: no prometo fecha de nueva publicación, la Libe y su resfrío me tienen copada.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Miércoles 24 de noviembre

Hoy salí, por primera vez, sola. Y cuando digo sola, me refiero a que salí sin la Libe, por ende, sin coche que empujar. Fue raro.
Primero porque desde el domingo, cuando llegamos del paseo que no salía. EL frío, la lluvia y el resfrío de la Libe y mío nos han impedido realizar nuestros paseos diarios. Encerradas cual oso invernando nos hemos pasado mirando por la ventana lo poco y nada que sucede por nuestra cuadra. Lo hemos pasado chancho siguiendo pajaritos, es todo un desafío que ella los descubra y los siga con sus ojos… Linda, si está tan grande!
Bueno, volviendo a lo de mi salida matutina, hoy día me sentía tan rara caminando sola, como que me sobraban los brazos, no sabía qué hacer con ellos. Los tuve que meter al bolsillo porque salí sin guantes, entonces más rara me sentía, ahí me di cuenta que el coche se ha transformado en una extensión de mi humanidad, somos como uno, el coche y yo.
Además iba con un bolso, cosa rara también porque acá suelo salir sin cartera, bolso ni nada parecido. Pongo todo en los bolsillos de mi parca y lo que no cabe ahí, se va al canasto del coche de la Libe. Así de simple.
Partí tempranito, abrigada como esquimal, mi destino: supermercado y Pre unic. Bajé caminando y me di cuenta que camino bien rápido, lo haré igual cuando ando con la Libe? Uuy! Pobre, quizá qué siente cuando anda en el coche. Pondré más atención para la próxima. Como no tenía que preocuparme de mi extensión, observé feliz la cuadra por la que paso siempre. Hay casas  leeeendas oye!! Con detalles re boni, como diría un argentino, casas antiguas bien mantenidas, con todos los accesorios modernos.
Hay harto abuelito también, señoras con pañuelos en la cabeza, como sacadas de una película de los años 40’, uuuyyy me dan unas ganas de ponerme a conversar con ellas cuando las veo, es que me imagino que deben tener tantas historias, tienen que haber pasado por lo menos por una guerra mundial y eso si que es una cuna de historias, considerando que Stuttgart quedó en el suelo después de la segunda guerra. Morbo dirán ustedes, sí, lo asumo, es puro morbo por conocer cómo se sobrevive y se arma una vida luego de algo tan tremendo. Pero no hablo alemán poh’, así que a puro imaginar no más su historia de vida.
¿Quiénes me conocen, podrían decir que tengo cara de europea? lo digo porque hoy dos veces se  acercaron a preguntarme algo que no entendí. Primero unos abuelitos muy amorosos, que luego que yo dije ich spreche keine deutsch ellos repetían keine deutsch, keine deutsch y me daban las gracias no sé por qué. La otra fue una chiquilla, que primero dijo una algo en alemán, puse cara rara y me preguntó ¿italiana? Yaaaaaaaaaaaaa… si oh! No ves el glamour de mi estilo? No, le dije, chilena, ah! Contestó ella y sería toda la conversación.
Ya en el supermercado, tuve que sacar un canasto, y empecé  miércale a intentar entender qué decían los envases. Lo mismo fue en el Pre unic. Encontré la crema de cara que usaba, media carita la cosa, así que como sé más menos qué dice el envase, lo tomé y empecé a comparar las palabras, entonces creo haber descubierto cómo se dice antiarrugas jajajajaja y compré una crema marca pre unic, espero que al igual que la crema para el potito de la Libe, ésta sea buena… mientras no me cause más arrugas…
Me demoro tanto en comprar, decidirme a sacar algún producto nuevo es todo un show, porque luego del episodio de los pañales, pucha, me da lata estar comprando cosas para después tener que guardarlas en el mejor de los casos.
Ah! Pero hoy canjeé un paquetito que dan de regalo en el Pre unic a los bebés; había ensayado harto decir “tengo esto”, para hablar con la cajera cuando llegara el momento. Ich habe das, ok me respondió la cajera y me entregó el asunto… oohh! Yo me sentí regia, con pecho de palomo por haber logrado algo tan simple, a ojos del lector.
En fin, hoy me relajé con mi paseo en soledad, casi había olvidado que con la Libe somos dos personas distintas… hace un mes y una semana, por lo menos, que no nos separábamos.

ps: queridos lectores, estoy invitada a trabajar en un proyecto en Chile, mi pega es redactar, redactar, redactar. Por esto, en los próximos días, tendré que publicar día por medio solamente, si quiero hacer bien las dos cosas. Un abrazo.

martes, 23 de noviembre de 2010

Martes 23 de noviembre

El lenguaje puede ser una barrera fácil de saltar cuando los sentidos están en alerta máxima. También puede ser infranqueable si no hay nada familiar en sus sonidos. Aclaro que estoy hablando del lenguaje oral, del idioma, porque lenguajes hay miles verdad?.
Bueno, yo estoy recién aprendiendo un par de palabritas en alemán, mi frase estrella es ich spreche keine deutsch, yo no alemán, con eso remato toda posible conversación cuando alguien se dirige a mi o a la Libe, que es lo más usual. Es gracioso ver como la gente tan amistosa le dice cosas, que creo yo, son las típicas cosas que uno le dice a las guaguas en ciertas circunstancias, la Libe las mira, a veces sonríe, y después me hablan a mi, con la cara llena de risa. Yo, con la misma cara suelto mi frase y ellos siguen hablando!, como haciendo caso omiso de mi declaración. A veces me dan ganas de decirle oiga no entendió? Yo no hablo alemán!
Claro que también no falta la pesadita que se  mofa de una. Un día estaba pagando en la caja y la cajera me dijo algo, yo respondí lo que ustedes ya saben, esperaba algunas palabras en inglés, que es lo usual que viene después y me repitió como tres veces lo mismo, yo movía mi cabeza y le repetía mi oración, le dije también sorry, I don’t understand you. En eso, se acerca otra empleada del local y le dice algo a la cajera, ambas se matan de la risa y la cajera me hace un gesto como de ya no importa y siguen riéndose. EL tonito de la otra persona que se acercó me cargaron, fue tan obvio que le habló algo sobre mi, qué se cree?. Ah! Maldita roedora!
También hay gente muy simpática dispuesta a romper cualquier barrera. El otro día le compré unos zapatitos a la Libe en una tienda, y entre un champurreado de inglés con alemán lo más bien que conversé con la vendedora. Le conté que era de Chile, que los botines de la Libe los tejió mi suegra, ella me contó que le gustaba tejer y me atendió regio. Será que sólo lo hizo para que yo comprara algo? Como sea, nos entendimos.
Pero esto de no hablar alemán también me ha pasado la cuenta. El otro día fui al Pre unic a comprar con la Libe. Iba por sus pañales. Miré mucho rato todo lo que había en las repisas, me costó decidirme, ya estos no más, se ven buenos. Y llego a la casa a mudar a mi hija y plop”! había comprado pañales push up, de esos que son para entrenar a los niños a ir al baño!!! no tenían ni un dibujito que dijera algo poh! Yo me guié por los kilos y juré que servían. A guardarlos se ha dicho.
Ese mismo día y en la misma tienda compré una crema para el potito, de esas tipo hipoglós. Fue  a puro instinto, porque cómo se dice poto en alemán? Ni idea. Llegué a la casa y diccionario en mano empecé a traducir las palabras, ninguna era poto o algo parecido… qué hacía? Echarle no más a la Libe, confiando en que mi instinto estaba en lo correcto. Después alguien me confirmó que yo estaba en lo cierto y que la crema era muy buena. Bacán, era la más barata.
Y bueno, buscando mayonesa compramos como tres frascos de algo que es “más liviano que la mayonesa”, esa es la traducción que nos dio un amigo para la frase que nosotros jurábamos significaba mayonesa y algo más,  resulta que nunca fue mayonesa , es una crema que tiene un dejo de vinagre en el sabor y es bien aceitosa. Ahí están en el refri los frascos, se los ofreceré a las visitas digo yo, supongo que a más de alguien le gustará. Para comprar mayo, tiene que decir sólo mayonesa, nada más. En la última ida al supermercado le achuntamos!
En fin, en enero empiezo mis clases de alemán… aun así creo que todavía me quedan más peripecias con esta lengua y sus palabras de miles de sílabas.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Lunes 22 de noviembre

Y nos fuimos de paseo. Ida y vuelta en tren. Bien bueno el viaje, no se hizo para nada largo, considerando que eran tres horas y algo de ida y otras tres más de vuelta. La gracia, los transbordos. Ay! Qué lata dirá alguien, mmm, no, fíjense, los cambios le dan dinamismo a un viaje… los cambios y una que otra anécdota.
Partimos a eso de las 8 y media camino al Ubahn, o sea, a esa hora teníamos que salir, pero después de estar haciendo hora, salimos atrasados igual. Hacía un frío! Pero bueno, abrigados cual Keny de South Park, íbamos con coche, mochilas y maleta. Sí, era un viaje de fin de semana no más pero quienes tienen guagua saben que salir con bolso de mano cuando hay un bebé de por medio es imposible, así se salga por el día.
Llegamos al primer transbordo, uf! A la estación del Sbahn (no Spa como dije antes por ahí, jiji) que no tiene ascensor ni rampa, vamos subiendo con el coche entre el Coso y yo, y el Coso con maleta y mochila además. Había un tren parado en el andén y el Coso dice subamos no más adentro vemos si nos sirve. Ya po’, arriba entonces; mientras miraba cómo hacer para sentarme, escucho, no, nos sirve, bajémonos!, yaaaaaaa, abajo y los ojos de toda la gente sobre nosotros.
Llegamos a la siguiente estación, teníamos 9 minutos para cambiar de andén y tomar el otro tren, bien, bajamos rapidito, allá está el ascensor, a qué buena, vamos por ahí. Entramos y llenamos el pequeño ascensor, o al menos eso creímos, porque se nos metió una pequeña viejecita con maleta incluida, no sé cómo entró, la cosa es que los botones del ascensor no funcionaban bien y era leeeeeeento para  moverse, además la estación tenía dos entre pisos, paró en el primero, abrió puertas, cerró y todo muuuy lento; el segundo entrepiso, se cierran las puertas y la viejita hace señas que aquí se baja ella… aaah vuelta a abrir puertas, salir para que bajara, entrar, cerrar puertas y por fin arriba… noooooooooo, el botón del andén no se había marcado bien y bajamos al subterráneo de nuevo!! Oh no! Todo otra vez, parando en cada entrepiso, y mientras veíamos que en el andén estaba parado nuestro tren. Llegamos arriba, salimos del ascensor vamos a tocar el timbre de la puerta para que se abra y… el tren partió!! Maldición, perdimos el tren, puta la vieja de mierda, fue lo menos que dije.
Una hora más tarde abordamos otro tren, todo bien en este tramo, la siguiente estación era bien fría, la Libe dormía. Nada especial. Llegó otro transbordo. Ok, acá hay 20 minutos, así que busquemos con calma el ascensor para no subir y bajar escaleras cargados como Equeco. Mira, ahí hay una rampa, ya vamos por ahí. La mentada rampa era un largo pasillo, de bajada, con un fondo oscuro, íbamos llegando al final y oh oh esto no parece un pasillo para cambio de andén, sin luz, sin gente, más parece un túnel subterráneo, ay! No que susto Coso, devolvámonos, me dio miedo. Salimos y claro, tenía unas tremendas letras con dos palabras que vaya Dios a saber qué decían, seguramente no pasar.
Ya en el tren, quedamos al lado del baño. Voy a mudar a la niña, parece que se hizo caca. Mmm, cómo se abrirá esta puerta? Un botón rojo y uno verde, siguiendo la lógica de los colores, el verde seguro era para abrir y sí se abrió. Parecía una puerta de la guerra de las galaxias, ya veía que mientras se abría me aparecía un Luke Skywalker jajajajaja. Bien, ahora cómo se cierra, oh, se cierra sola, ya este será el pestillo, cuek! Este pestillo abre la puerta, cómo la cierro de nuevo, a ver, toco por aquí, toco por acá, ya se cerró, veamos Libe tu pañal, buuuuu falsa alarma. En todo este periplo mi herencia huasa salió a relucir y me sentí cual Carmela llegando a la ciudad. Les juro que sentía colgar las trenzas de mi cabeza. Abrir una puerta no puede ser tan difícil pensaba, pero casi me supera la tecnología. Y estaba que me hacía pipí, pero como aun no sabía cómo se echaba pestillo, tuve que esperar a que otros fueran al baño y observar qué hacían mientras la puerta se deslizaba cerrándose.
Para el último cambio de tren teníamos 6 minutos. Directo a las escaleras fue la consigna, nada de ascensores mira que pueden ser muy traicioneros. Íbamos lo más rápido que podíamos, entre mucha gente que se bajó. Ya, Coso toma el coche, bajemos, espera, no tan rápido, me voy a caer, ay, ahí sí. Llegamos abajo y una rueda del coche no andaba, qué pasa? Aaaah, está frenada, y mientras escuchaba a la gente reclamar (supongo yo que reclamaban porque no entendía nada de lo que decían, sólo lo intuyo por el tono de voz que usaban) porque estaba haciendo un pequeño taco al no poder avanzar rápido.
Corríamos por el pasillo, la otra escalera, de subida, ya, suelta no más el coche, vamos, rápido, noooo Coso, andén 6, ese es el 5, para el otro lado. El tren estaba parado, en la primera entrada nos subimos, iba medio lleno, pero bueno, era el tramo final y de sólo 10 minutos. Subimos y partió.
Llegamos a nuestro destino. Había gente esperando a las personas que se bajaron del tren. Se suponía que a nosotros también deberían estar esperándonos. Uh uh no veo a nadie más. De repente quedó sola la estación. Vamos a la salida allá al otro lado del andén, ya, bajada, subida y aquí para dónde? No veo a nadie de rostro conocido. Voy a ver allá, ya po’. A unos 50 metros había una sala, seguí al coso y cuando voy llegando a la puerta vi a nuestra amiga. Uuuuf! Respiré tranquila, llegamos por fin!

viernes, 19 de noviembre de 2010

Viernes 19 de noviembre

Esto es lo que tenía pensado escribir el día 17, antes de ayer, pero la historia del sofá que no fue me pareció demasiado necesario de contar, tenía que compartir mi desilusión, no podía sola con ella. Ayer, noticias malas que terminaron abriendo un camino muy positivo no me dejaron tiempo.
Y es que el 17 cumplí un mes acá en Stuttgart. Y las fechas redondas, esas fechas que cierran ciclos o completan procesos, hacen pensar.
Claro, en un mes pasan cosas, es un tiempo que permite mirar para atrás y ver cuánto y cómo se ha avanzado o quedado pegado. En mi caso, ha sido un avance generoso.
En un mes me han pasado muchas cosas, que desde una perspectiva emocional pueden ser muy negativas, llegué sin mis maletas y con mucho frío, sobreviví a una semana solitaria y complicada,  he llorado de pena con desgarro, tuve que devolver un coche, perdí un sofá cama… pero hoy me siento completamente feliz. ¿Cómo, dirán ustedes? ¿Cómo se puede ser feliz con tanta cosa negativa? Bueno, simplemente porque  creo que todo lo que ha pasado en este mes tenía que pasar, tal cual pasó, para que yo ahora me sienta feliz.
¿Se han planteado eso alguna vez en la vida? ¿Lo han sentido? A mi ha pasado en algunas oportunidades. En esos momentos fuertes de la vida, los alegres y los tristes.
La primera vez, fue cuando me casé. Sí, ese día, miré mi vida para atrás y recordé, en forma especial, todas mis desilusiones amorosas. Me sentí agradecida y reconciliada con todas las lágrimas, reclamos, pataletas, obsesiones y dolores profundos que éstas me habían provocado. Todo eso tenía que pasar tal cual sucedió para que ese día tan especial y tan feliz que yo estaba viviendo fuera perfecto. Y el 7 de febrero del 2009 fue perfecto.
Cuando nos negaron la visa en Suiza, a la Libe y a mi,  y tuvimos que cambiar de planes a Alemania, tuve rabia y pena, ya no era un año lejos de Chile, tendrían que ser dos… se me movió fuerte el piso. Pero ahora me doy cuenta que eso tenía que ser así, porque acá tengo a mi amiga Vero, que nos ayudó mucho con la búsqueda del departamento y el contrato y que es además, actriz, y una gran compañía. El Coso tiene un conocido chileno que lo ayudó mucho con el tema de instalarse, que tiene una hija pequeñita que seguro será amiguita de la Libe, o sea, acá había una pequeña red de apoyo que en Suiza no hubiésemos tenido. Esto tenía que ser así.
¿Y qué es lo que me hace ser feliz acá? Fácil! Disfruto a mi hija en un 1.000 %, veo cada día cómo crece y hace algo nuevo. Es cierto, soy dueña de casa, y alguien podría pensar que ser dueña de casa es fome, pues no fíjense, estoy de lo más contenta con esto de levantarme todos los días y tener 62 metros cuadrados para hacer lo que quiera con ellos, nadie me manda, nadie me dice haz esto o lo otro. He dado rienda suelta a mi imaginación y creatividad y estoy de a poco decorando mi hogar, estoy tejiendo, estoy escribiendo, gracias a mi hermana Carolina estamos abriendo un camino que de seguro será un gran proyecto. Y etc, etc, etc…
¿El secreto? Me entretengo con cosas simples en el día a día. Vestir cada día a la Libe con una tenida diferente. Salir a pasear y buscar un nuevo camino. Aprender una nueva palabra en alemán. Innovar en la comida. Cambiar algo de lugar. Ordenar o no ordenar. En fin, son tantas cosas las que podría nombrar.
En todo esto ha sido fundamental estar con el Coso, él con todo lo que es él, ha sido la mitad de mi felicidad acá. Ya hablaré de él más en profundidad, primero tengo que pedirle autorización para el uso de su imagen por escrito.
Hay cosas que siempre van a escapar a nuestras manos y que a lo mejor no nos van a gustar, acá he aprendido que no hay que quedarse pegado en eso. Tengo delante de mi un año y 11 meses, no tengo expectativas concretas sobre qué quiero que pase, sólo sé que se vienen mil aventuras, como por ejemplo, sentarme a jugar con la Libe en su alfombra de goma eva, eso, créanme, puede ser muy adrenalínico.
Quiero seguir mirando para atrás y ver que todo tenía que ser tal cual pasó. Sentir MAKTUB.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Miércoles 17 de noviembre

Mi depto aun está a medio amoblar. Pero el calor humano lo ha ido transformando de a poco en hogar. Eso y algunas fotitos que puse para que la Libe vea siempre a su familia. También tenemos una plantita, un altar con una cruz del siglo 18 y unas alfombras pequeñas que nos regalaron los vecinos del tercer piso.
A un mes de mi llegada a esta ciudad, hoy teníamos la hora en extranjería para solicitar la prórroga de nuestra visa, la de la Libe y la mía. A eso de las 11 de la mañana partimos los tres, caminando por nuestra calle, conversando de trivialidades con el Coso, observamos que afuera de varias casas había cosas botadas, cosas grandes, entiéndase, muebles.
En capítulos anteriores ya les conté las costumbres de acá, dejar las cosas afuera, en la calle, para que se las lleve la basura, pero también pueden ser llevadas por gente que no tiene esos muebles, por gente pobre o inmigrantes, como yo.
Entonces cuando vi semejante espectáculo frente a mis ojos uuuuhh! dije yo, esta es la nuestra!! El Coso me dijo sí po, si de acá anoche saqué la silla y el carrito, pero ahora hay hartas más cosas. Ah! de veras dije yo. Anoche el Coso llegó medio mojado por  la suave lluvia que cayó todo el día, y venía con un carrito como de feria, pero más moderno, bonito, como los que se usan acá (porque ya les conté que acá los supermercados no dan bolsa) y con una silla-sillón metálica, no muy bonita, pero nada que un buen cojín y algún toquecito no puedan arreglar. Todo húmedo, así que se quedaron fuera de nuestra puerta para ser limpiados mejor. Bieeeeeeeeeeeeeen! Teníamos medio living y chao mochila gigante para ir al super.
Hoy, había varios sofás, de hecho, había un living entero, yo ilusionada buscaba lo que tanto le he pedido a Diosito. Claro, porque una cosa es que una decida vivir con austeridad y recato económico y otra es que una quiera tener ciertas cosas para sentir que vive en un “hogar”. Mirando rapidito, porque íbamos a otro lado y no podíamos perder la hora, buscábamos qué podía servirnos entre tanto cachivache, sillas, mesas, alfombras… cuando de repente lo vi, lleno de cosas encima de él, ahí estaba… mi flamante sofá cama. Perfecto, hasta con rueditas. No voy a decir que el tapiz era muy bonito, pero era un sofá cama!!!!
Aaah! No, qué maravilla, pero qué rápido está Dios por estos lados. Ya, dijimos, vamos y a la vuelta vemos cómo lo llevamos.
Y nos fuimos, cada uno pensaba cómo hacer para llevarlo a la casa. Tú crees que podamos llevarlo entre los dos, me decía el Coso… mmm difícil, ¿qué hacemos con la Libe y su coche?. Yo mientras, imaginaba con qué color podía cubrirlo, comprar un trozo de tela y hacer un seudo pareo para adornar bonito, cojines y todo. De repente una voz dice: Frau Gómez, mi turno en extranjería y vamos a lo nuestro.
Hasta ahí, yo feliz con mi living nuevo, un sofá cama significaba además la apertura oficial de la temporada de visitas, porque hasta ahora ¿dónde hacía dormir a quien viniera a verme? En el suelo? nooo, muy rasca.
Venía yo de vuelta de extranjería subiendo por la calle, contenta porque con el Coso habíamos llegado a la conclusión que la única forma de llevar el mueble a la casa era esperar a que él volviera de clases y pedirle al vecino que nos ayudara. Perfecto el plan. Total, generalmente las cosas pasaban un día botadas antes que se las llevaran. Cuando de repente me fijo que la esquina, que a la ida estaba llena de estantes, ahora estaba vacía. Y escucho unos ruidos… pongo atención y claro! Era el mismo ruido del camión de la basura, mis peores temores me invaden, apuro el paso con el coche a cuestas, llego a la esquina, miro hacia donde estaba mi sofá cama y… nooooooooooooooooooooooooo unas fauces naranjas se lo tragaban sin pudor, se rompía como quien corta un papel y desaparecía hacia el interior del camión de la basura.
¿Por qué? ¿para qué? Me pregunto yo Dios me hizo ilusionar con mi sofá cama. Qué debo aprender de esto? Yo siempre trato de sacar lo positivo de las situaciones, pero ahora les juro que no lo veo por ninguna parte. Es como un chiste cruel, ¿no creen?
Pucha oh! Yo quería ese sofá. Y más encima mi instinto masoquista me hizo cruzar la calle para pasar por el lado del camión recolector y justo detrás había otro camión de una tienda de muebles y estaban bajando y entrando en la casa el medio living nuevecito!! Como sacándome pica los señores bajaban un sillón tan bonito… aaahhh! Quería llorar, de verdad, tenía el tonto nudo en la garganta.
No era para nosotros, ya llegará el nuestro, me dijo el Coso, cuando le conté todo por mensaje de texto. No se vale, yo quería ese sofá.

martes, 16 de noviembre de 2010

Martes 16 de noviembre

¿Qué les pasa a ustedes cuando ven una falta de ortografía?
Uuuuyyyy a mi como que me duele la guata en distintas proporciones, dependiendo de dónde esté leyendo el asunto o cuán grave sea el error. El dolor viene como de la vergüenza ajena que me da ver cómo la gente escribe mal y parece que le da lo mismo.
Cuando era profesora de una escuela de teatro y leía los trabajos de mis alumnos, al principio terminaba con diarrea ortográfica, por decirlo de algún modo, por la cantidad de errores que había en los informes. Corregía cada una de las faltas, al principio. Después como que me acostumbré a ver tanta falta que me hacía la loca, es que se me iba tanto tiempo en sólo corregir la ortografía que me agotaba. Bueeeeeeena la profe!!!
Más de una vez he visto faltas de ortografía en destacados periódicos capitalinos que me hacen dudar de la infalibilidad del corrector de ortografía del Windows, ¿se le puede pasar una s por z al corrector? No lo sé, nunca lo uso, no porque crea que tengo una ortografía excelente, es falta de costumbre no más.
Aunque sí debo decir mi ortografía es buena… saben qué? eso es una redundancia, porque ortografía significa buena escritura… mmm, ¿entonces tengo que decir que tengo ortografía?, profes de castellano heeeelp! Cómo se me cayó el carné, jajajajaja, si porque ahora se dice “lenguaje” jajajajajaja. Como dato freak, les cuento que en segundo básico gané un concurso de ortografía del colegio, me regalaron un lápiz Parker y yo no entendía por qué me felicitaban tanto si sólo había escrito bien… eso suena medio Forest Gump.
Lo que más plancha ajena me da es cuando veo errores de escritura en los estados de facebook… deceo, estubo, porqué, son los más comunes, pero hay otros que uuuuhhhhhh Señor!!
Y como soy media obsesa me puse a revisar todas mis publicaciones del blog buscando mis faltas y ooh! No!!! Encontré algunos! Y uno bien terrible. Por pudor ortográfico no lo voy a decir. Yo que reviso todo antes de subirlo y se me pasaron igual, en fin, parece que mi técnica de escribir la palabra con todas las opciones para ver con cuál posibilidad se ve mejor ya no es tan infalible.
Cuando chateo, me carga poner los tildes a menos que sea estrictamente necesario, demás que alguien dirá oh! la mina parece que nunca le presentaron los acentos jajaajaja. Y cada vez más seguido, escribo emails con puras minúsculas, me encanta! Sobre todo poner mi nombre, es como rico poner todo sin la letra grande al principio, un breve acto de rebeldía con el sistema gráfico.
¿Y por qué hablo de todo esto? ¿qué tendrá que ver la ortografía con que yo viva ahora en Stutgart? ¿cuál es la aventura en todo esto?
Bueno, ninguuuuna, no tienen nada que ver, pero quería escribir sobre eso porque hace días que me venía dando vueltas en la cabeza esto de “escribir bien” y entre paseo y paseo con la Libe, mirando las calles, viendo periódicos que no entiendo,  me preguntaba cómo serían las faltas en la ortografía acá, qué letras serían las más complicadas,  acá la gente se confundiría también con una  s o z, con una g o una j, o una c o s…
¿Esas “o” irán con acento?. Insisto, profes amigos, corríjanme por favor!

lunes, 15 de noviembre de 2010

Lunes 15 de noviembre

Debo reconocer que en Chile aunque tenía el discurso “a mi no me importaba el qué dirán”, igual había una parte de mi que se preocupaba de eso. Y me daba tanta rabia, porque es bien invalidante esto de andar pre-ocupándote por lo que la gente pueda pensar de uno.
Claro, porque uno se inactiva antes de tiempo por puras conjeturas. Deja de hacer aquello que quiere o siente necesidad en base a invisibles supuestos, que puede que existan como puede que sean engendro de nuestra ociosa imaginación.
Es bien lesa uno cuando le da cabida a esas leseras… mire que no hacer algo sólo porque otros pueden opinar cosas que después no nos van a gustar y como uno siempre quiere que piensen bien, siempre quiere sentir que uno es bueno o buena. Qué tontera!!!
Pero bueno, la cosa es que a mi, no sé por qué cada vez que estoy en el extranjero como que se me olvida el qué dirán… será porque en efecto nadie me conoce? Mmm, quizás. El punto es que me encanta esa sensación de libertad que experimento. Yo amo la Libertad, siempre la he amado y siempre la voy a buscar.
La primera vez que tuve esta grandiosa revelación, fue en mi primer viaje a Brasil, dos meses y medio conociendo el litoral garoto con mi amiga Pancha. Aaaahh! Demás está decir que los recuerdos que vienen a mi mente ahora son de un placer indescriptible, qué buen viaje, lo pasamos chancho, cero stress, caipirinhas a la vena a cualquier hora del día, dormir, comer, bañarse en el mar, conocer gente… agotador no creen?
Una noche, en una disco cualquiera de una playa cualquiera en el norte de ese bello país, tocaron like a prayer de Madonna… y yo bailé sola como si nunca hubiese bailado en mi vida, estaba como en trance, sentía la sangre correr por mis venas, me sentía viva, se han sentido vivos algunas vez de una manera potente? Uf! Yo ahí lo sentí. Cantaba, bailaba y nada me importó si alguien me miraba o se reía, yo estaba en un momento de plenitud, gozando. Sí, lo que yo sentí ahí fue LIBERTAD, absoluta, total.
En Nueva York, no hice nada extraordinario como ese desenfrenado baile, pero en las calles me dediqué a observar esa actitud de “no me preocupo del qué dirán” con el que caminaba la mayoría de las personas. Alguien podría decir individualismo puro nomás, mmm, sí, tal vez, pero esa libertad que se respira me fascinó. De sólo saber que podría andar con un mono en la cabeza y a nadie le iba a importar… ohhh es mágica es posibilidad. La ciudad no me alucinó tanto como la libertad que nadaba en el aire, excepto Broadway, eso me gustó,obvio, con sus musicales y teatros, no creo que haya actor en el mundo al que no le guste.
Entonces, como ahora vivo en el extranjero, me gusta mucho sentirme liberada de ese mal. No sé cuánto me va a durar, porque como no sé el origen ni qué provoca mi liberación, no sé aun como estimularla, fortalecerla y en lo posible hacerla tan parte de mi vida que no se vaya más.
Lo único que sé, por ahora, es que cuando salgo al paseo diario con la Libe, lo que menos me importa es lo que me voy a poner de ropa, o como ando peinada, si el gorro me combina con la ropa o si ando con muchos colores. Eso para empezar no más, porque hay una cosa en la actitud que se siente diferente.
Me refiero a que yo a veces en situaciones sociales como que me complico de lesa nomás, me pongo nerviosa y siento que me empiezo a transformar en Mr Bean. Por ejemplo, si se me cae algo de las manos en una tienda, o empujo algo en el supermercado. Pero acá eso no me pasa, he chocado con el coche las estanterías  del super y… nada!! Se me dio vuelta un yogurt en el aeropuerto y… nada!! Mi tranquilidad se mantuvo intacta y Mr Bean… bien, gracias, les mandó saludos.
Me encanta. Esa libertad me tiene fascinada y obvio que me agarro de eso para hacer mi estadía acá lo más placentera posible. Es más, abuso de esta actitud que está instalada en mi, sí, y lo hago descaradamente, me pongo a prueba tomándome el tiempo que necesito tranquilamente para cada cosa que hago en la vía pública.
¿Entienden por qué mi hija se llama Libertad?

sábado, 13 de noviembre de 2010

Sábado 13 de noviembre

Hoy quiero contarles la historia de Noa.
Noa era una profesora de pintura. Artista total. Amaba lo que hacía, no fue fácil el camino que tuvo que recorrer para llegar a ser todo lo que quería y siempre soñó, pero con mucho esfuerzo ella lo logró.
A su vida un día llegó la cuncuna amarilla, Pepita. La vida de Noa dio un giro. Nada antes le había tocado tanto el corazón como esa cuncunita, nunca había sentido un lazo tan fuerte y un compromiso tan profundo con alguien, así que se prometió a sí misma y a Pepita que siempre haría todo lo posible para que ella fuera feliz.
La vida siguió su curso, Noa y Pepita eran amigas, eran felices, lo pasaban muy bien. Un día Noa le preguntó a Pepita que quería ser cuando grande. Pepita le dijo yo quiero ser igual que tú, quiero pintar igual que tú.
Noa se estremeció frente a aquella revelación. Pepita lo había dicho con tanta convicción, con tanta alegría e ilusión… el impacto que Noa sintió con la declaración fue tan potente que no podía ignorar esa invisible responsabilidad que se había instalado ahí, en sus manos, en su vida, en su historia.
Entonces, Noa comenzó a enseñarle a pintar a Pepita, pero al cabo de un tiempo, se dieron cuenta que podía ser mucho más entretenido si invitaban a otras cuncunas a pintar juntas.
Así lo hicieron. Las cuncunas pintaban felices dos veces por semana, aprendían rápido pensaban Noa, son tan profesionales, lo disfrutan tanto, realmente les gusta mucho pintar. Sí, hacer esto vale la pena.
Y es que Noa se cuestionaba, a veces, lo que hacía con las cuncunitas, porque tenía tantos problemas con las bichas grandes, que eran las cuidadoras de las cuncunitas. Estas señoronas de vida vacía se complicaban por todo.
El principal problema que Noa detectó, es que las bichas grandes siempre le habían enseñado todo a las cuncunitas y ahora sus nenas estaban aprendiendo algo nuevo en lo que ellas no tenían arte ni parte. No sabían pintar y ya no iban a aprender, no al menos con la actitud que tenían para moverse por la vida. Por esto, las bichas se entrometían en todo sin ni un respeto por las cuncunitas ni por Noa. Y la verdad es que a las señoras no les importaba mucho lo que las cuncunitas aprendían, ellas sólo querían mantener el control total que siempre habían tenido en la vida de las preciosas chicas. Era una cuestión de poder.
Por esto, sin ningún miramiento las bichas hablaban mal de Noa, la pelaban descaradamente y luego la saludaban con todo el cinismo que podían ostentar. Ay! Qué se cree esta mujer, piensa que conoce mejor a las cuncunas que nosotras, que puede enseñarles sin nuestra ayuda, mejor que nosotras, sin nosotras ella no es nada, sin nuestro apoyo las clases no se podrían hacer… Hola Noa, cómo estás, qué bueeeeno, cuídate linda.
Junto al poder,  también estaba la  ignorancia. Y esa mezcla es fatal. Cuando Noa se dio cuenta que ese era el meollo de todo el asunto, volvió a pensar en el día que vio por primera a la cuncuna amarilla Pepita, volvió a sentir cómo se movía hasta la última fibra de su corazón y sacando fuerzas de ese momento optó por no hacer caso a las bichas grandes. Total, ellas no le hacían ni un favor llevando a las cuncunitas a pintar. Y no importaba que tampoco se dieran cuenta de eso. Su norte era Pepita, mientras ella quisiera seguir pintando, Noa haría hasta lo imposible porque la cuncunita lo lograra.
Por Pepita, Noa seguiría derribando puertas, abriendo espacios nuevos y buscando la mejor manera para que la cuncunita aprendiera y algún día llegue a ser una pintora profesional.
No fue fácil para Noa todo esto. Muchas veces lloró de rabia, de dolor y desilusión. Pero su alma de artista la salvó, su sensibilidad la sacó a flote para no perder el norte. Buscó ayuda y encontró buenos aliados, ya no está sola con Pepita y las cuncunas. Ahora pintan unos murales preciosos, que sacan muuuchos aplausos.
¿Y saben qué? Mientras Noa me contaba esta historia, justo en la radio tocaron una canción que fue como una señal, saber que se puede, creer que se pueda, quitarse los miedos, sacarlos afuera, pintarse la cara color esperanza, tentar al futuro con el corazón…
Vale más poder brillar que sólo buscar ver el sol… que las bichas grandes sigan buscando ver el sol, Noa y sus cuncunas por Dios que brillan!... yo puedo dar fe de eso.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Jueves 11 de noviembre

A medida que avanza el mundo, los oficios se han ido diversificando. Hay algunos que se mantienen, como el oficio más antiguo del mundo por ejemplo, cierto? Y que no creo que desaparezca nunca. El más novedoso para mi es el encantador de perros. En Chile, siempre fue un enigma para mi la gente que trabajaba en los peajes, cuando  pasaba por uno no podía evitar pensar ¿habrá pega más aburrida que esta?... y cuando descubro alguna ocupación nueva, viene la pregunta ¿será esto más aburrido que la pega del peaje? A lo mejor es de lo más entretenido que hay trabajar en un peaje y lo mío es puro prejuicio, pero como nunca he conocido a alguien que trabaje en un peaje, me quedo con mis prejuicios nomás.
Acá en Stuttgart he descubierto dos ocupaciones que me han llamado la atención. Uno de ellos, es ser “avisador”, así le puse yo y es que técnicamente lo que hace es avisar. Sí, miren, es una persona que va en la mitad del metro, en una cabina entre los vagones, y su misión es asomarse cuando para el tren y con una linterna hacerle señales al conductor para “avisar” que  de ahí en donde está hacia atrás nadie está subiendo o bajando y que ya puede partir. Eso es todo.
Yo me imagino que es una pega muy relajada, no pasas frío, no conduces el tren, no te estresas, puedes leer entre cada estación, capaz que hasta puedas  llevar tu notebook y revisar tu email entre parada y parada, entrete no? Hay algunos que son más esforzados y se bajan de la cabina, caminan un par de metros para chequear que esté todo ok y vuelven a su lugar de trabajo… uuff! Qué cansancio!!
El otro oficio que me encantó lo descubrí hoy en mi paseo diario con la Libe. Venía yo de un nuevo supermercado que fui a conocer, siempre hay algo que comprar para la casa verdad?, cruzaba la calle y lo ví. Un señor con una especie de bazuca, pero no la llevaba al hombro, sino que apuntaba hacia el suelo y por este tubo salía aire. En su espalda llevaba una mochila que iba conectada a la bazuca. EL tubito tiraba aire y con ese aire, el señor limpiaba la calle del exceso de hojas. Era algo así como el look de los Cazafantasmas.
Bueno, técnicamente, no limpiaba, sino que amontonaba las hojas en lugares estratégicos de la vereda, pero era tan entretenido mirarlo que me tuve que parar a observarlo. Claro, yo no sé cómo funcionan las cosas acá, de repente mirar fijamente a alguien puede ser delito o simplemente puede molestar al individuo. Así que para evitar problemas pero poder cumplir con mi acometido de observarlo tranquila, saque mi celu e hice como que hablaba. Como nadie pasaba por mi lado, yo movía la boca nomás. La Libe me ayudó quedándose dormida y yo tuve que acomodarla y taparla, eso con un ojo en ella y el otro en el “ordenador de hojas”.
Con su bazuca lanzaba aire y las hojas volaban, era un lindo espectáculo. Las hojas quedaban ordenadas como listas para que después pasara el “recogedor de hojas” por ellas. No pude esperar a eso, estaba frío y mi estómago empezaba a sonar, así que seguí mi camino pensando en que para mí eso era entretenido… lo sería para el ordenador?.
Quiero decir, para terminar, que el ordenador tenía una pinta de latino a morir, moreno, pelo negro bien chuzo y cara de cómo de mexicano, eso casi me hace cruzar la calle a preguntarle si hablaba español, después me dije no, mejor no, eso es mucho prejuicio. A veces soy terrible.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Miércoles 10 de noviembre

Sí, me salté dos días en le blog… es que cuando escribía el domingo 7 me di cuenta que estaba contando las cosas que había hecho el día martes  y me dije, no pues Nadia, no puedes andar mintiendo tan descaradamente sólo porque nadie tiene como comprobar que efectivamente las cosas suceden cuando  tú las cuentas.
Entonces me salté la fecha nomás, sí, porque ante todo soy una persona leal y responsable de mis creaciones, para que vean que me lo tomo en serio esto del blog, porque al fin y al cabo qué es esto de escribir y saber que otros lo van a leer… una relación, querámoslo o no.
Una relación entre alguien que publica para que otros lean, lo disfruten o lo aborrezcan, pero hay un dar y recibir implícito en esto. Y yo siempre he tratado de ser responsable en mis relaciones.
Creo que la responsabilidad es una palabra clave en esto de establecer vínculos con otros. Cuando uno entabla una relación, sea del tipo que sea, tiene que ser RESPONSABLE, sí, leyeron bien, responsable con lo que uno genere en el otro… qué es esto, tal vez se preguntará más de alguien.
Bueno, lo explico con el ejemplo más clásico, a mi juicio, de la irresponsabilidad en las relaciones. Pensemos en una relación de pareja entre A y B (no hablemos de géneros, porque el amor de pareja trasciende a eso en estos tiempos). Son felices, eso cree A y eso cree B. Pero algo le pasa a B de repente que ya no es tan feliz con A y en vez de conversar la situación que está sintiendo, se guarda para sí todo lo que le pasa. A sigue creyendo que todo está perfecto y es feliz, muy feliz.
Entonces, pasa el tiempo, y B sigue masticando en su cabeza qué hacer con la relación. Un día B  ya no aguanta más y le dice a A que tienen que terminar porque las cosas ya no son como antes. A queda atónit@ porque no entiende a qué se refiere B. Para A todo estaba bien en la relación. Y B sale con el pastelito de que hace un tiempo que le están pasando cosas y que ya no siente lo mismo que antes, que ahora cree que es mejor terminar. Punto final de la historia. Vamos al análisis.
Por qué digo que esto es lo más clásico como ejemplo de irresponsabilidad? Cual Américo pregunto: qué levante la maaaanoo… al que le pasó algo similar y se quedó plop de un día para otro, o sea, fue A. O, sea honest@ y diga que fue B.
Bien, sea la letra que sea y sin ánimo de enjuiciar a nadie, pienso que si B hubiese sido “responsable” con A, le habría dicho desde un principio lo que le estaba pasando y juntos quizá ver alguna solución. O, A en una de esas, habría tenido la oportunidad de optar por jugársela y reconquistar a B si es que sentía que valía la pena hacerlo. Y por qué no, a lo  mejor A también habría podido decir sabís que más, yo quiero estar con alguien que se la juegue por mi y esto no es lo que quiero así que chaito nomás. Pero no tuvo posibilidad de hacer nada, B decidió sol@.
Yo, amigos y amigas mi@s, les digo, que podría haber seguido el orden correlativo de los días, quién se habría enterado? Nadie poh’! pero no me pareció correcto entrometer la mentira en mi creación. Mi sentido de la lealtad hacia mí y hacia quienes leen este humilde espacio cibernético, sobre todo a las tres seguidoras que tengo, no me dejó contar mentiras.
Esto podrá ser sólo un blog, algo que pasará sin pena ni gloria por los anales de la historia de internet, es uno más de los millones de blogs que deben haber, sin embargo, para mi es clave tomármelo en serio, siento una relación invisible con una parte de mi que por ahora me sostiene más de lo que ustedes puedan imaginar.
Gracias por leerlo, por comentarlo y por seguirlo.

martes, 9 de noviembre de 2010

Martes 9 de noviembre


Con esto de tener dos coches ahora me creo la muerte y quiero puro salir a patiperrear. Mi espíritu aventurero ha revivido cual ave Fenix de la oficina del profesor Dumbledore.  Ayer me fui al grupo de mamás de habla hispana al que me invitaron. Hoy me fui de compras al supermercado y al Pre unic.
Es que si ustedes supieran lo agradable que es poder volver a disponer así de mis ganas de salir, adiós canguro, abrigarse con 20 grados, desarmá de coche, todo!! Ahora sólo abrigo a la Libe, me abrigo yo, tomo la mochila de mi hija y partimos miércale. Con lo fácil que es andar en esta ciudad con guagua, cómo voy a quedarme encerrada poh’! Menos con un día lindo como el de hoy.
Partimos al centro de Feuerbach, que es la zona donde vivo, algo así como la comuna… creo que esto ya lo había contado parece?  Bueno, caminando desde mi depto, al ritmo que yo camino con el coche, es media hora, pero ni se siente de ida, porque una va en bajada.
Primero fui al Pre unic. Ayy! Los problemas de mi ignorancia del lenguaje comenzaron. Tenía sólo la palabra clave: laminat, que es piso flotante. Tenía que comprar un limpiador líquido para pisos flotantes…  jijijiji yo buscaba esa palabra como loca, era mi objetivo y veía todo menos laminat… hasta que apareció, ahí mi objetivo cambió a encontrar el laminat más barato, o.95 euros y lo puse en el coche. Luego vinieron 3 cosas más y en todo eso fue como media hora, pucha que es difícil esto del idioma a veces oye!
En fin, salí feliz de ahí con las cosas en el canasto del coche y me fui rumbo al supermercado. Entonces, en la puerta del super caché que llevaba todo la compra anterior así no más en el carretón y con mi mente de chilena m pregunté dónde estaba el guardia que marcaba las cosas para entrar a comprar tranquilamente y después no creyeran que estaba robando… oh! No había ningún guardia, ni custodia ni nada ni nadie para preguntar (bueno, hacer el intento porque así como que preguntar preguntar no iba a ser).
Entonces yo figuraba ahí parada en la entrada del super pensando cómo lo hacía, entraba  o no entraba? Serían tan indulgentes con una pobre extranjera si creían que estaba robando? Uuuyyy me pasé una cantidad de películas en sólo un par de minutos, cómo tan rollera  por Dios, a veces me sorprendo de mi misma, bueno cuento corto, entré nomás, con la boleta de la compra del Pre unic bien a la mano por si las moscas.
Ni se imaginan la tremenda variedad de yogurts que hay acá, de todos los portes, presentaciones, sabores y combinaciones con fruta, mermelada y de un cuantuhay, yo sólo quería algo así como un yoghito para la Libe y no encontraba algo tan simple, de pronto vi Danone, ya dije, esto lo conozco, así que saqué cuatro. Ahora venía el paso de entender el precio, era 0.95 cada uno o los cuatro? No Nadia, anda a la caja no más, esto es caso perdido.
Compré todo lo necesario y me fui a la caja. Obviamente la cajera ni se fijó en lo que yo llevaba en el coche, en realidad, nadie se percató, a nadie le importó. Puse mis cositas en la correa transportadora de la caja y pagué. Acá los y las cajeras siempre te dicen el valor que tienes que pagar y después te dicen cuánto es tu vuelto, yo que ya sé algo de los números pongo oído firme para entender, pero siempre termino sonriendo y mirando la pantalla de la caja, y me digo para mis adentros ya llegará el día en que no mire y sólo pase el billete.
De vuelta, como es en subida, para darme ánimo pensaba en las caloría que iba quemando con mi esfuerzo físico… vamos flaka, vamos flaka, paso lento pero seguro mientras corría la gota por mi espalda… ahora para pasar todo eso, mientras escribo este cuento, llevo tres cucharadotas de nutella en el cuerpo… bueeeeno mi esfuerzo!!!

lunes, 8 de noviembre de 2010

Sábado 6 de noviembre

Cómo ya les conté antes, salir sola con la Libe es una tarea que demanda harto esfuerzo físico de mi parte: abrigarse, canguro, bebé, coche, cuatro pisos y todo eso. Mi espalda no estaba resistiendo esto, así que en la última semana prácticamente no salí, excepto cuando podía salir con el Coso.
Estaba con la bala más que pasada con esto de no poder salir sola porque la semana pasada mi amiga Vero me invitó a conocer a unas  amigas de ella y yo no pude ir… mi espalda no me dio permiso… aaaah! Qué rabia tenía, pero la salud es la salud, sobre todo en el extranjero y con una hija a cuestas.
Así que decidimos salir a mirar coches, sillas de comer y accesorios de bebé que la Libe necesitaba. Hay cada cosa acá, unos coches topísimos, que parecen verdaderas casitas rodantes, pequeñas fortalezas a las que les falta tener calefacción nomás. Y en los coches ponen unos saquitos de dormir, que tienen como piel de oveja por dentro, increíbles, preciosos… y los precios, uf!! Tan lindos también!
Y en eso, nos acordamos que mi amiga Vero nos había dicho que en el edificio de su ex depto había un coche botado hacía tiempo, nunca había visto a alguien usarlo. Como acá es común que la gente deje las cosas por ahí para que otros se la lleven o simplemente para que las recoja la basura, decidimos ir a buscar el mentado carretón. Estábamos felices con nuestra nueva adquisición, yo ya tenía un panorama por día pensado, casi lo desarmo para lavarlo, cuando llama mi amiga Vero y nos dice que el coche en cuestión tenía dueño… cuek!!
Cuento corto, devolvimos el carrito y nos quedamos con los crespos hechos. Otra vez a mirar coches, porque además el carretón de la Libe le va a servir sólo por un rato más, ya le cuelgan las patitas, y hay que equiparlo si queremos salir con ella en invierno. Pucha, un gasto más…
Entonces, como Dios es tan grande, y yo creo que apiadado también de nuestra actitud de vida desprendida y de cero consumismo que adoptamos, (pese a que, técnicamente, habíamos cometido un ilícito con el coche que devolvimos) nos premió en grande! Sí porque anoche nos llamó de nuevo mi amiga Vero para decirnos que unas personas en su nuevo edificio estaban dejando unas cosas en la calle (o sea, botándolas) y entre ellas había dos coches… OH MY GOSH! Era nuestra oportunidad. Así que cual correcaminos el Coso partió a buscarlo.
Y era el tremendo coche, como los de acá, de asiento grande, largo, de fierros firmes, claro, tiene su tiempo, no es nuevo nuevo, tiene algunos detalles, pero para nosotros era un regalo caído del cielo. Con la lluvia se limpió, lo secamos y plum! chantamos a la Libe en él.
Hoy día en la mañana partí a mi primera reunión del grupo de mamás y bebés de habla hispana, salí sin ningún problema, saque a mi Matacuri del coche nuevo, baje los cuatro pisos, la puse en el coche chileno y nos fuimos al Ubahn. Sin dolor de espaldas ni gotas corriendo por mi espalda. Fáaacil.
Ahora la Libe está durmiendo su sienta y no le cuelgan las patitas.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Viernes 5 de noviembre

Y fui a Ikea… oooh! Aaaah! Uuuuh! Imagínense las tres grandes tiendas más famosas del Plaza Vespucio, del Parque Arauco y del Alto Las Condes  juntas, sáquenle la parte de ropa, zapatos y perfumería eso sí, y eso sería más menos la proporción en tamaño de este lugar… enooorme!!!.
Bueno la aventura comenzó con el viaje, que es el trayecto más largo que hemos hecho por acá. Ubahn, Spa (metro) y bus. Pude comprobar que la accesibilidad de esta ciudad tiene su talón de Aquiles, ya que las estaciones de Spa más antiguas (que más parecen estaciones de trenes que de metro, como en las películas de la segunda guerra mundial) no tienen rampla para los coches o sillas de ruedas, así que vamos tomando el coche entre el coso y yo para subir o bajar escaleras medianamente largas, mientras reclamábamos por esta falta de modernidad en la ciudad.
EL Coso, que ya había ido antes a la tienda, pero en auto, sabía que estaba al lado de un mal, así que cuando el bus llegó al mal y toda la gente comenzó a bajarse, obvio, nosotros también nos bajamos… y plop! Nos habíamos bajado una parada antes, tuvimos que caminar como 4 cuadras hasta llegar a Ikea, tampoco fue tan terrible, pero nos pasó por seguir a la masa.
Ya en la tienda, la entrada es una gran puerta giratoria que tiene al centro muchos peluches de propaganda, luego a un costado venden hot dogs, sí, nuestros queridos completos pero a la alemana pues; te pasan un pan más corto que el nuestro, de hecho, la salchicha queda colgando por un extremo, y hay unas mesas con dispensadores de mayonesa, kétchup y mostaza, junto a unas fuentes con pepinillos y una cosa que lucen como hojuelas de cereales, bien crujientes y muy ricas. Almorzamos este platillo alemán con mucho apetito, ya eran las 14:00 hrs!!
Y empezó la aventura, no sin antes pasar a mudar a la Libe y ver que acá hay mudadores en baños de hombre y mujer, además de una sala para mamás, donde se puede dar pecho. Nos subimos a un ascensor que le hacía honor al lugar, parecía como de hospital, graaande, y como una especie de camino amarillo se alzó ante nosotros el “pasillo”, de color gris. Por ahí uno empieza a avanzar.
A los costados de ese pasillo uno ve unas especies de instalaciones de partes de un hogar, por orden, porque acá todo es muy ordenado, Primero estaban las cocinas y uno iba viendo muchos estilos de cocinas completamente amobladas. En una de ellas me senté a darle la mamadera a la Libe, y la gente entraba, miraba la mesa, las sillas, el cucharón colgado, porque están muy bien decoradas. Parecían set de televisión, ¿han visto uno alguna vez?. De ahí venían los baños, los dormitorios, el living, comedores, salas de lavado, piezas de niños, escritorios y todas las habitaciones y rincones que pueden haber en un hogar.
¿Y cómo compra uno, se preguntarán? Porque claro, uno no va a sacar lo que quiere de esta instalación y desarmar tan bonito escenario. Por todo el local hay unas cajitas con lápices minas y hojas, que uno saca y en las que se va anotando el código de cada artículo, así al final de la tienda se llega a una especie de galpón, más parecido a un Homecenter, donde código en mano uno busca y saca su artículo y lo echa al carrito. Práctico no?
Y es tan infalible el sistema, que si un artículo se acaba, no tiene código, entonces uno no se pasa todo el recorrido (de una hora fácil) creyendo que va a comprar algo que después no está en stock, chori verdad?
Entre estas instalaciones televisivas y el galpón, está la parte más normal de la tienda, lo que sería Falabella por ejemplo, ordenado también por secciones, entonces uno puede sacar directo el producto, de todo lo que uno busca para la casa: cortinas, utensilios de cocina, juguetes, en fin, muchas cosas de porte pequeño.
Llegando a la caja, salimos como flecha porque el bus estaba por partir y acá si dice que sale a las 17:07, el bus parte a las 17:07, con todo nuestros bártulos subimos al bus justito.
Ah! Salí de ahí con tantas ganas de tener mi casa y amoblarla y decorarla… había una cantidad de cosas impresionante, uno se mareaba de tanto mirar, lo que más me mató fueron los dormitorios de niña, eran espectaculares, saqué varias ideas para hacerle la pieza a la Libe en unos tres años más por lo menos.
Pero llegamos al depto y volví a nuestra realidad… y decidí que tengo que convertir mi casita en un hogar pronto. Y esta austeridad obligada en la que estoy de seguro me va a dejar algo bueno. Mi creatividad tiene una ardua tarea, con poco hacer mucho. No podemos amoblar y decorar como locos, la plata no alcanza y además en dos años se desarma todo, no tiene sentido.
Creo que vivir así nos va a hacer muy bien, estaremos fuera del círculo consumista de esta sociedad por dos años y ojalá se nos quede como costumbre. Nos obliga a desplegar habilidades de vida de manera creativa. Es cierto, al ir a Ikea tuve ganas de comprar y comprar y comprar muuuchas cosas, pero también me sentí como feliz de no poder hacerlo, esto de vivir desprendidamente será una de las mejores lecciones de vida de esta época.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Jueves 4 de noviembre

Dicen que las comparaciones son siempre odiosas… mmm puede ser, ¿a quién le gusta que lo comparen?, depende poh’, si me comparan para bien con una top model no me enojaría, pero si es para echarme en cara todo aquello de lo que carezco, físicamente hablando, obvio que no voy a sentirme feliz.
Por estos lares, no puedo evitar estar siempre comparando todo o haciendo simples asociaciones.
Cuando voy por la calle caminando, miro mucho los rostros de la gente y siempre los asocio con algún conocido, no puedo evitarlo! Entonces miro a una señora y pienso oh! Ahí va la tía Lala. Claro que en Chile, más de una vez me ha pasado que he creído ver a alguien, me alisto con toda mi energía para saludar y cuando lo tengo ahí justo en frente de mí, resulta que no es y termino tragando un  hola gordo y grandote. Una vez, creí que era un amigo y justo cuando iba a decir bueeeeeeena Danilo, me acordé que él había muerto hacía unos meses… oohhhhh eso fue muy heavy!
La primera vez que fui al centro de Stuttgart salí de la estación del metro, que es una especie de Estación central, convergen ahí casi todos los medios de transporte público de la ciudad. Y cuando empecé a caminar por un paseo peatonal pensé que era muy similar al un lugar de Buenos Aires o a nuestro tan querido Paseo Ahumada, en versión mejorada, más ancho y con tiendas bastante vip.
Luego llegué  a la lo que sería la plaza de armas de la ciudad y me acordé de Arequipa… síii, puede sonar muy extraño, y no es que se parezcan en realidad pero algo había ahí que me hizo sentir una secreta similitud.
De ahí, caminamos por unas calles pequeñas del centro y bum! Me sentí en Porto Alegre, con hartos grados menos y menos sucio… ¿qué será que no puedo dejar de hacer eso?
Pero creo que no soy la única, el otro día llamé a mi amiga Vero y me dice estoy en el Home center jajajajaajaja es una tienda que se llama Obi, cada vez que lo nombro no puedo dejar de decir Obi Wan Kenobi, de pura ociosa que soy no más. Hay un supermercado de ofertas, barato, que se llama Lidl… hagan ustedes la asociación.
El Pre unic de acá se llama DM y en la sección de cosas de niños tienen un mudador donde está todo lo necesario para mudar a un bebé, pañales, toallitas húmedas, crema para el potito y todo gratis! Ahí no puedo evitar pensar que en Chile no resultaría porque, probablemente, la gente entraría  a puro robar los insumos, o mudaría a su bebé y se llevaría un par de pañales. Sí, soy mal pensada con mis compatriotas, pero apuesto que a ustedes, mientras leían esto, también se les pasó esa idea por la cabeza.
Bien, mientras no le haga daño a nadie creo que no es una práctica nociva esta costumbre mía de asociar o comparar las cosas, además estoy recién llegada a la ciudad y el proceso de identificación de seguro tomará su tiempo, mientras seguiré creando mis propios códigos para comunicarme con Stuttgart.
Mañana voy a Ikea, que es como Casa&ideas y decohogar de Falabella, según me dijeron, de ahí les cuento…

viernes, 5 de noviembre de 2010

Miércoles 3 de noviembre

Tengo una adicción que debo confesar… no es algo reciente, ya venía manifestándose desde enero más o menos, coincidió con mi cambio de casa al Cajón del Maipo.
Estoy adicta a facebook, a mi email, bueno, en resumidas cuentas soy adicta a internet… ya  lo dije y qué?
Todo empezó cuando me dieron reposo en mis últimas semanas de embarazo, me pasé en la cama del 5 de enero hasta el 24 de febrero que nació mi hija. En esos días, en los que escasamente sentía calor porque allá poco se notaba gracias al viento que corría todo el día, leía mucho, mi mamá y mi suegra me abastecieron de un buen surtido de libros y revistas que devoré. También vi mucha tele, sobre todo series gringas, Criminal minds, Friends, La ley y el orden UVE, Cold case por nombrar algunas. Obvio escuchaba música y dormía… oh! dormía como no he vuelto a dormir!!!
Y entre una cosa y otra, revisaba mi mail y copuchenteaba en facebook todo el día. Sí, porque qué otro nombre se le puede dar a mirar los perfiles de otras personas, sus fotos, videos y demases.
Después que nació la Libe, vino un proceso de ajuste en mi relación con la web, entre pañales, dar pecho, chocherías y siestas desesperadas a penas la guagua se dormía, igual me las arreglaba para entrar al facebook y sociabilizar con mis “amigos”.
Hasta que un día me di cuenta que era adicción porque en cuanto tenía dos minutos libres, prendía el notebook y me conectaba, a veces, entre un cambio de pañales, click, ahí estaba mi medio de conexión con el mundo, claro porque viviendo en el Cajón del Maipo y con una guagua chica, mi vida social pfff! decir que desapareció es poco, yo no podía salir mucho y pocos amigos me iban a ver; entonces la única manera de sentirme más en contacto con la real life era la web.
Ahora acá, demás está decir que internet me hace sentir acompañada… qué aberración no? Algo tan frío e impersonal me da calor humano… por eso paso con el notebook encendido todo el día, por ende, conectada todo el día. Entro y salgo de las páginas y redes sociales a cada rato, voy a buscar algo al dormitorio, vuelvo y abro facebook, se le cae un juguete a la Libe, lo recojo y abro mi mail. A veces me agoto de mi por esto, pero ya lo dije, partí confesando que esto es una adicción, creo que es el primer paso para superarlo dicen los expertos.
Y ahora, a facebook y el mail, se sumó Skype, vivo pendiente de si alguien de mi familia se conecta para llamarlo y conversar. Soy muy patética? No lo sé, tal vez, pero en mis circunstancias dadas ver en qué está mi gente me hace sentir menos sola. Sepan que los espío a todos, sí, a ti y a ti y a ti también, no se mueve una mosca en facebook sin que yo no lo sepa señores!! (uuuyy que susto, no me vaya a penar el caballero por molestarlo, con todo lo que lo maldije en vida)
Lo único que no me ha gustado nunca de facebook es que, las personas que me importan, me saluden por ahí para mi cumpleaños, en vez de llamarme. Al principio me resultaba chocante y pensaba que el mismo tiempo que gastó en escribirme un saludo me podría haber llamado; me empezó a dar rabia que eso pasara, entonces en venganza hice lo mismo cuek! Sí, bien incoherente. Y ahí estoy ahora, saludando por facebook a todo el mundo. Bueno, acá no me quedará otra que saludar así no más, la chauchera sólo se abrirá para llamadas excepcionales. Y obvio que aceptaré feliz que me saluden, prometo no enojarme, pero será única y exclusivamente por mis próximos dos cumpleaños, de ahí, me llaman ya?
Y potenciando mi adicción, más encima se me ocurre crear un blog JA! El pronóstico de mejoría no se ve nada alentador.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Martes 2 de noviembre

En un mail mi amiga Claudia me contaba de los pormenores de las noticias chilenas, entre ellas me hablaba de la farándula… si me hubiesen preguntado, antes de venirme, qué cosas pensaba yo que iba a echar de menos, jamás, pero es que jamás de los jamases habría dicho la farándula… y? aquí me tienen pues, con unas ganas feroces de ver SQP o Primer Plano jajajajajaaj.
Pero a mi favor puedo agregar que el servicio de tv cable que contratamos sólo tiene canales en alemán, y dos o tres en inglés. No es tan malo ver CNN y enterarse de las novedades del mundo si uno está consciente de que está mirando noticias que tienen un filtro enfermo de gringo, o sea, si fuera una película de guerra, los alemanes o los rusos siempre serían los malos, entienden a qué me refiero?
Por ahora que no hablo nada de alemán me estresa ver televisión, porque todo está doblado, no es como en Chile, que los canales del cable pasan las series con subtítulos y es agradable escuchar las voces originales de Rachel, Phoebe y Joe. Pero ver Friends en alemán no tiene nada de agradable, entonces cuando llego a prender la tele y están dando un capítulo que ya he visto, sólo puedo imaginar los diálogos en inglés y tratar de escuchar en mi cabeza la verdadera voz de los personajes.
Quién iba a pensar que echaría de menos a la Adriana, a la Kenita o la geisha shica con sus cahuines y enjundias amorosas. Pero de verdad me encantaría ver algo en español. A la hora de almuerzo es cuando más extraño la tv chilena, yo solía almorzar con el final de SQP y el comienzo de 24 horas tarde. Ahora almuerzo con la música del notebook y pasándole galletas de arroz a la Libe.
Supongo que esto me va a durar hasta cuando empiece mis clases de alemán. Ahí voy a tener que practicar y estaré obligada a ver tele para afinar el oído y no ser tan duraznita con el idioma.
Por último quiero agregar que yo soy de las que creen que para criticar algo uno tiene que saber de qué habla. Entonces puedo decir con toda propiedad que la farándula chilena es una porquería porque la he visto. No soy de esas que dicen ay! me carga la farándula sólo por darse aires de intelectual, pero después en su casa goza como yegua con Primer Plano calladiiiita. No, yo veo, leo y escucho también aquello que no me gusta para criticar con conocimiento de causa.
Y la farándula es una cosa tan light que cuando uno no quiere pensar o sólo quiere tener prendida la tele para no sentirse sola, sirve demasiado… yo paso con la Libe todo el día, a veces me siento sola y un programa en alemán me hace sentir más sola… un comentario del Jordi igual me hace reír, no me vendría nada de mal.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Lunes 1 de noviembre

Con esto de venirme a Alemania, muchos me tiran la talla de no vas a volver flaka, se van a quedar por allá, te va a gustar la vida europea y bla bla bla.
Mmmm… ¿qué puedo decir al respecto? Que por ahora no me imagino quedándome por acá, tampoco voy a decir nooooo, jamás me quedaría porque eso sería como escupir al cielo y la vida da demasiadas vueltas como para arriesgarme a recibir mi saliva en la cara. Sólo puedo establecer que si ahora tuviera que decidir entre quedarme o irme, yo me voy, sí, volvería a Chile.
Pero cómo?!? Dirían muchos, si la vida allá es tan agradable, todo es tan bueno!! Mmm, sí, también es verdad eso. Acá, como ya lo dije antes, la calidad de vida es muy agradable, es muy buena. Se vive harto más tranquilo que en Santiago. Bueno tampoco me puedo quejar de mi vida en la capital chilena, vivía en el Cajón del Maipo, así que no era lo más representativo de la realidad. Yo vivía bastante bien en mi loft rural, equipado con todo lo necesario para estar cómoda, estaba conectada (celular, internet y tv digital), tenía auto, y ahí la delincuencia no era tema… qué más se podía pedir??  De puro regodiona pediría que las cosas, en general, estuvieran un poco más cerca jajajajaj!! Ese era el único problema, todo quedaba lejos.
Acá tengo todo lo de arriba y además las cosas quedan cerca, una mezcla perfecta, porque en Santiago se puede tener todo cerca, pero eso incluye a  la delincuencia, que no es ninguna gracia.
Entonces, ¿por qué me iría de vuelta?
Porque tengo una hija y porque espero tener más hijos.
Sí, por eso me iría. Porque ella tiene una bendición maravillosa que se llama ABUELOS y ABUELAS. Y yo quiero que ella disfrute a sus abuelos. Perdí a los míos, por diversas circunstancias no pude tener una relación cercana con ellos. Y me hicieron mucha falta, sobre todo la Mam. Entonces, yo quiero que la Libe goce como condenada de la relación con sus abuelos, que además de vivos están felizmente casados y son dos matrimonios ejemplares  y tienen tanto cariño para ella.
Quiero que la Libe me diga que quiere ir a quedarse a la casa de su Lela, o salir a pasear con la Omi o  regar las plantas con el Tata o salir a esquiar con Panchito, que sus abuelos y abuelas sean parte de su vida totalmente.
Además, los abuelos traen consigo una extensión de la bendición que son los tíos, tías, primos, primas, de primer y segundo grado, en fin, todo el familión. A mí me encanta recordar mi infancia y ver que siempre la familia estaba presente, cómo olvidar esas navidades apatotadas, esos 18 de septiembre con la casa llena de gente, las risotadas, la mesa de los niños, los asados, los altos de loza sucia, los bailes y las fiestas… Por eso a mis hijos quiero darles algo parecido.
En este momento no sacrificaría todo eso sólo porque mis hijos vivan mejor o tengan mejor educación. No sé si en 10 años cambiaré de opinión, pero confío en que en Chile con un poco de esfuerzo se puede vivir tranquilo. La familia también es parte de una buena calidad de vida, sana y entretenida.

martes, 2 de noviembre de 2010

Domingo 31 de octubre

La lejanía del hogar, sea cual sea el motivo, razón o circunstancia,  porque te casaste, porque te independizaste, porque te fuiste al concubinato, porque te fuiste a trabajar a otra ciudad, o a estudiar o porque seguiste a tu marido a otro país construyendo un proyecto de vida, nos despierta nostalgias varias de pequeños detalles en los que antes quizá nunca habíamos reparado. Bueno, no sé si a todos les pasa, a mí sí.
Mi memoria emotiva está a full en estos días. Para quienes no están familiarizados con este término que se usa mucho en el mundo del teatro, al que yo pertenezco dicho sea de paso, memoria emotiva son los recuerdos asociados a ciertas emociones y sentimientos que se despiertan por algún estímulo en particular (¿Si? ¿Se estará revolcando Stanislavsky en su tumba por esta definición?, ay! qué tanto si no estoy dando cátedra de actuación, ya sí también es una técnica, pero aquí la estoy usando una definición de manera más coloquial, punto).
Y por qué está a full? Porque esas pequeñas cosas cotidianas que uno  hace casi sin pensar acá son momentos en los que me he detenido a recordar, o a añorar, no sé pero la saudade como diría un brasilero me inunda en esos momentos y mis sentidos se exacerban buscando llegar al punto más vívido del recuerdo.
¿Qué cosas por ejemplo ustedes se preguntarán? Bueno, primero la música. Siempre ha sido mi más grande fuente de memoria emotiva. Mi vida está cruzada por canciones que cuando las escucho así de repente me hacen volver a épocas pasadas y recordar momentos, personas, situaciones y emociones tan particulares, entonces canto no, no, no noooo, no me puedes dejar así, como un tonto pensando en ti y así en un santiamén estoy en 6º básico en el patio del colegio hablando de Luis Miguel con mis compañeras. Podría hablar de miles de canciones, ustedes podrían agregar otro tanto, ¿de qué canciones se acuerdan, así a vuelo de pájaro, que hayan marcado algún momento de su vida? Piensen y cuenten!
Los olores también son una fuente importante de recuerdos. ¿Quién ha olvidado el olor del sofrito de la mamá cuando empezaba a cocinar algo? Ese olor que inundaba la casa, tan rico, y una de niña pensaba que la mamá estaba cocinando algo super riiiiico y resulta que después eran porotos (a mí nunca me gustaron, por eso los nombro) buuuuuuuuuuuuu, con el hambre que daba ese olor.
Yo me traje un poco de todos mis productos de belleza, como para no comprar durante un rato, entonces cuando los uso no puedo evitar recordar mi baño chileno y mi rutina de baño allá. Cuando me pongo crema en el cuerpo, cuando uso mi shampoo, la pasta de dientes, etc. La ropa está perdiendo su olor chileno, porque ya se está lavando con detergentes de acá, lo mismo pasa con la ropa de la Libe, es como que ahora ella tiene otro olor… debo admitir que me desconcierto un poco cuando la tomo en brazos y siento otro olor, ya me acostumbraré no?
Y los detalles quizá más nostálgicos son esos gestos de otro que a uno le matan, como cuando mi sobrina de un año y tres meses me dijo chao por la webcam y me tiró un besito. Se me hizo un nudo feroz en la garganta, ya chao chao cariños a todos y click corté la llamada después del besito porque se me estaban nublando los ojos muy rápido y no quería que toda mi familia me viera llorar. Es que ahí me acordé que me faltaban dos años para abrazar a mi gente y que cuando mi sobrina me diera un besito iba a estar tan grande… aunque estoy cada día mejor acá, igual dan ganas de llorar a veces…