MI VIDA EN STUTTGART

lunes, 25 de octubre de 2010

Martes 19 de octubre

¿De todas las partidas del mundo cuántas serán tristes, cuántas alegres y cuántas divididas? Mi partida de Chile fue triste, partí con mucha pena a esta aventura llamada Alemania. Nunca me había separado de mi familia así y ahora me doy cuenta que soy bien mamona, con todas sus letras.
Pero las familias se forman para estar unidas y yo formé mi propia familia, no podemos estar separados. Esa convicción es la que me hace dejar Chile sabiendo que es como tienen que ser las cosas no más.
Mis primeras horas en Stuttgart no fueron nada soñado, primero las maletas por alguna extraña razón se quedaron en Sao Paulo, plop!  Por suerte a la niña le tenía mudas de ropa y todo lo necesario para salvar la situación, pero yo tuve que llegar a darme un baño y a usar ropa de mi marido. Luego el recibimiento climático fue depresivo para mi gusto: mucho frío, había llovido y todo estaba mojado, no estaba muy abrigada, además ya era de noche, y llegar de noche a un lugar luego de un viaje nunca me ha gustado (excepto si es a mi propia casa).
La impresión inicial fue que no podría con esto, con un depto a medio llenar, sin mis maletas, con el cuerpo cortado por el viaje y por el cambio de horario, con una hija bebé con el cuerpo cortado por el viaje y por el cambio de horario, sin internet ni teléfono para decir llegué bien, parecía que todo iba en contra… bueno igual pude decir “llegué bien”, mis papás llamaron cuando estaba en la estación esperando el metro  para ir del aeropuerto a mi nueva casa. Aló! Aló Nadia! Hola papá!! Cómo están? Bien y tú cómo llegaste? Bien acá estoy, muerta de cansada! Y la niña? Bien, ella igual está cansada. Todo está bien? Sí, no hubo ningún problema en el viaje… excepto mis maletas que se quedaron en Sao Paulo, cómo?!?! Nadia por Dios?!?!? Qué pasó, no sé, pero llegan mañana, ya Nanita, cuídense, sí papá, por allá todo bien, sí, ya que lleguen bien a su depto, ya cariños a todos por allá… espera la chinita está por ahí,, acá estoy besitos, ya chinita besitos, chao chao, chao chao… le entregué el celu al coso y me largué a llorar como Magdalena en el andén… no sé si la gente me miraría pero eso me da lo mismo, no sé por qué en el extranjero como que se libera una parte de mi y me olvido de qué dirán… (ya hablaré sobre eso, capítulo a parte)… entre  todo ese tobogán emocional aparece él, mi marido, el coso, tan  excepcional como sólo él sabe serl!! Sólo él me salvó del colapso al llegar. Me preparó comida, cuidó a la niña y se esforzó para que todo fuera lo mejor posible. Y todo fue lo mejor posible.
Entonces ayer cuando él se fue a estudiar (su primer día de clases del master) y me vi sola en un depto a medio llenar, usando un disfraz que constaba de unos calzoncillo largos, una polera y unos calcetines de mi marido, sin teléfono, sin internet, sin maletas, sin saber dónde había llaves del depto por si tenía que salir de urgencia, sin hablar ni una jota del idioma de este país y  con una guagua que cuidar me dije a mi misma: bien misma, de ahora en adelante todo depende de ti y de cómo quieras ver las cosas.
Así que ese es más o menos el relato de cómo llegué a decretar que seré feliz acá. Obvio que no se trata de ver todo color de rosa ni creer que las cosas serán biz y pap, básicamente es desear tener una actitud positiva frente a esta nueva vida que Dios me está regalando. Tratar de buscar el lado amable de las cosas, si negar las emociones que transitan por mi alma, que sin duda están teñidas de la pena de dejar a la familia, pero la vida da muchas sorpresas… y ahora a ordenar a ordenar que tengo 4 maletas que desarmar!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario