MI VIDA EN STUTTGART

lunes, 10 de enero de 2011

Lunes 10 de enero

Uf! Este año sí que me ha costado sentarme a escribir el blog. No por falta de cosas que contar, sino por la Libe, por Dios que está tomando casi casi todo mi tiempo, estando ella despierta prácticamente ya no puedo hacer nada que no sea estar pendiente de sus movimientos. Antes alcanzaba a cocinar, almorzar y otras cosas sin problemas. Ahora… todo a las carreritas. En este mismo instante, ella duerme y yo debería estar ordenando varias cosas que están fuera de su lugar o limpiando el baño, pero si no aprovecho de escribir, capaz que ya no lo haga quién sabe hasta cuándo!
Bueno, resulta que ya está como instaurado que el día viernes en la tarde es mi día libre. Eso significa que yo salgo sola y el Coso se queda con la Libe. Entonces todos los viernes, se podría decir, que me voy de farra. Y es que ahora como ya no doy pechuga, tengo chipe libre para tomarme unos copetitos.
Y ha sido toda una experiencia.
Salir a una calle llena de nieve es bien entrete, pero cuando bajo esa nieve se pone una capa de hielo, no lo es tanto porque se hace un poco difícil y peligroso caminar. Hay que estar pendiente de cada paso. O sea, yo tengo que estar pendiente de cada paso, la gente acá está más que acostumbrada a esta situación climática. Por qué lo digo? Porque cuando yo salgo en esas condiciones, tengo que caminar con las piernas un poco más abiertas, las rodillas un poco dobladas… se imaginan lo que parezco? Yo sí, parezco una vieja con los pantalones cagados caminando!!!
Pero yo miro a las abuelitas de acá y caminan de lo más normal. Qué plancha. Cuando me toca salir así, vuelco toda mi dignidad para salir lo más airosa que puedo de semejante trance.
Y a qué viene esto? A que el último jueves del año pasado, fue mi día libre. Claro porque acá el viernes 31 era feriado así que mi día libre fue el jueves 30. Y qué pasó? Que después de un año y 8 meses me tomé mi primer copete, una caipirinha. Seguí con un mai tai, que dejé a medias porque ya era hora de volver. Menos mal!!
Ese copete y medio igual hizo lo suyo. En realidad hizo más que lo suyo porque me dejó bien mareadita. No curada.  Pero sí con una sensación diferente en el cuerpo. Heavy! Si poh! Si yo antes podía tomar tranquila tres caipiras y no pasaba nada… ahora con una y media… pucha como nos cambia la vida oh!
El regreso a mi hogar fue una buena experiencia corporal para finalizar el año. Tuve que parar bien mis antenitas de vinil y echar mano a toda mi lucidez para manejar mi cuerpo en un resbaladizo pavimento cuesta arriba. Si en circunstancias normales parezco vieja con pantalones cagados, se imaginan qué parecía ahora? Oohhh! Por suerte que no había nadie en la calle, me habría muerto de plancha. Daba tres o cuatro pasos y  miraba para todos lados, chequeando que no hubiese espectador de tan complicado ascenso.
Fue un placer llegar a la esquina de mi casa, donde el camino se pone plano.  A esa altura ya se me había ido todo el efecto mareador del copete. Fue ardua la subida. Y me reía sola caminando los últimos metros antes de llegar a mi depto. Cómo sería el esfuerzo que hice por no darme un costalazo que llegué  a la casa y no tenía ni aliento a copete!!
Moraleja cara de arveja para el futuro: si va tomar, que no haya hielo en el camino!!

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