MI VIDA EN STUTTGART

martes, 5 de junio de 2012


Temporada de despedidas


No hay plazo que no se cumpla… dice el refrán. Mi tiempo en Alemania está llegando a su fin. Eso trae consigo la apertura de la temporada de despedidas…

Oficialmente empecé a despedirme el 23 de diciembre del 2011, cuando me fui sola al último día del mercado de navidad de Stuttgart. Recorrí todos los pasajes mirando, oliendo, escuchando, sintiendo ese colorido y luminoso espacio… me dio una pena cuando estaba ahí, fue la primera vez que sentí que el tiempo estaba en la recta final… aaahhhhhhh gocé hasta el último segundo y guardé muy adentro todo lo que sentí. Es que acá hace mucho sentido ver a los viejos pascueros con sus abrigados trajes y rodeados de nieve poh!

Después vino el viaje a Freiburg, nos fuimos  a despedir de Aneliesse y su perra Rumba y obvio, de la ciudad, que es muy bonita. Cuando nos vinimos, la Aneliesse se despidió de nosotros como si nos fuéramos  ver al día siguiente… yo me quedé pensando que quizá sea una buena estrategia para decir adiós, como que no da tanta pena y uno se va contenta, satisfecha y agradecida de todo lo que ha vivido…  no sé si me resulte hacerlo.

No… no me resultó, por lo menos en la despedida de mi curso de alemán me lo lloré todo. Es que como no me iba a poner  a moquear ni mis compañeras fueron más un 7.0 conmigo. Desde que conté que estaba embarazada me trataban con un cariño enorme, si se sentaban conmigo en el recreo, siempre me ofrecían su comida primero. Esto porque para muchas es una tradición que, si por ejemplo, van a comerse una naranja y hay una embarazada con ellas, primero tienen que ofrecérsela a la futura mamá, si la susodicha la quiere, entonces se la dan y ella se quedan con las ganas no más… cada vez que alguna llevaba algo rico para comer, adivinen a quién le ofrecían primero?? Si poh, a mi, y me llenaban de cosas más ricas. Bastaba que yo comentara que quería comer algo, para que en un par de días alguna llegara con mi antojo… comí dulces árabes hasta que me dio hipo jajajajajajajaja. 

Y no sólo era la comida, era una constante actitud de hacerme sentir tan especial… más lindas mis compañeras, me preocupé de dejarles bien en claro que ellas eran parte de lo mejor que me había pasado acá en Alemania… y llorábamos juntas mientras les decía y ella me respondían que sentían una pena enorme de que yo me fuera, pero a la vez, estaban alegres de saber que yo estaría con mi familia y que nada era mejor que eso para ellas… todas tienen a sus  familias en sus países de origen, algunas no las han visto en 10 años.

Después vino el último paseo en tren, a Tübingen.  Andar en tren, es de lo mejor… sí, acá es bacán andar en tren. Y como en todo, miré, sentí, escuché, olí y palpé el tren. Me lo llevo conmigo.

Y ahora, venimos llegando de nuestras últimas vacaciones. Berlín es espectacular.  Mucho movimiento, una tremenda urbe de orden mundial, pero con cero stress. Al menos esa fue mi impresión. Bonita, ordenada… en fin, alemana pues, pero sin esa frialdad que uno podría suponer de los alemanes. Amé esta ciudad. Lo mejor fue que la Libe nos hizo ver que ahora ya no podemos planear un viaje sólo pensando en lo que nosotros queremos hacer, de ahora en adelante hay que incluir panoramas para ella, así, buscando aplacar su aburrimiento, llegamos a Legoland e hicimos un paseo en barco por el Spree. Para ella fue lo máximo. Para mi, las últimas vacaciones en familia en un buen rato. Quedé feliz.

En estos días todo se está transformando en “la última vez que…”, pero me lo estoy tomando con andina. Lo he pasado chancho en estos 20 meses… claro que no quiero pensar en cuando me tenga que despedir de la Carolina, la Liz, la Loreto y la Vero… de sólo escribirlo se me escapan las lágrimas. 

Mis compañeras del curso de alemán, bellas mujeres del mundo de  Turquía, Kosovo, Bosnia, Eritrea, Buthán, Afganistán, Sri Lanka y otros países.




                                                              Los 3 y medio en Tübingen.




 Las delicias que mis compañeras cocinaron para la fiesta final del curso de alemán. Ese plato cubierto con papel de aluminio estaba lleno de niñitos envueltos mmmm ñam ñam!! Les hice chupete, obvio. Por supuesto que la comida turca fue la estrella del banquete, por la chita la comida rica!!


          La Libe en la cúpula del parlamento alemán, con su credencial al cuello se creía super poderosa.


                            La Libe en Legoland, paraíso para cualquier cabro chico.




                          Paseo en barco por el río Spree... ella lo pasó regio!!



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