MI VIDA EN STUTTGART

jueves, 11 de noviembre de 2010

Jueves 11 de noviembre

A medida que avanza el mundo, los oficios se han ido diversificando. Hay algunos que se mantienen, como el oficio más antiguo del mundo por ejemplo, cierto? Y que no creo que desaparezca nunca. El más novedoso para mi es el encantador de perros. En Chile, siempre fue un enigma para mi la gente que trabajaba en los peajes, cuando  pasaba por uno no podía evitar pensar ¿habrá pega más aburrida que esta?... y cuando descubro alguna ocupación nueva, viene la pregunta ¿será esto más aburrido que la pega del peaje? A lo mejor es de lo más entretenido que hay trabajar en un peaje y lo mío es puro prejuicio, pero como nunca he conocido a alguien que trabaje en un peaje, me quedo con mis prejuicios nomás.
Acá en Stuttgart he descubierto dos ocupaciones que me han llamado la atención. Uno de ellos, es ser “avisador”, así le puse yo y es que técnicamente lo que hace es avisar. Sí, miren, es una persona que va en la mitad del metro, en una cabina entre los vagones, y su misión es asomarse cuando para el tren y con una linterna hacerle señales al conductor para “avisar” que  de ahí en donde está hacia atrás nadie está subiendo o bajando y que ya puede partir. Eso es todo.
Yo me imagino que es una pega muy relajada, no pasas frío, no conduces el tren, no te estresas, puedes leer entre cada estación, capaz que hasta puedas  llevar tu notebook y revisar tu email entre parada y parada, entrete no? Hay algunos que son más esforzados y se bajan de la cabina, caminan un par de metros para chequear que esté todo ok y vuelven a su lugar de trabajo… uuff! Qué cansancio!!
El otro oficio que me encantó lo descubrí hoy en mi paseo diario con la Libe. Venía yo de un nuevo supermercado que fui a conocer, siempre hay algo que comprar para la casa verdad?, cruzaba la calle y lo ví. Un señor con una especie de bazuca, pero no la llevaba al hombro, sino que apuntaba hacia el suelo y por este tubo salía aire. En su espalda llevaba una mochila que iba conectada a la bazuca. EL tubito tiraba aire y con ese aire, el señor limpiaba la calle del exceso de hojas. Era algo así como el look de los Cazafantasmas.
Bueno, técnicamente, no limpiaba, sino que amontonaba las hojas en lugares estratégicos de la vereda, pero era tan entretenido mirarlo que me tuve que parar a observarlo. Claro, yo no sé cómo funcionan las cosas acá, de repente mirar fijamente a alguien puede ser delito o simplemente puede molestar al individuo. Así que para evitar problemas pero poder cumplir con mi acometido de observarlo tranquila, saque mi celu e hice como que hablaba. Como nadie pasaba por mi lado, yo movía la boca nomás. La Libe me ayudó quedándose dormida y yo tuve que acomodarla y taparla, eso con un ojo en ella y el otro en el “ordenador de hojas”.
Con su bazuca lanzaba aire y las hojas volaban, era un lindo espectáculo. Las hojas quedaban ordenadas como listas para que después pasara el “recogedor de hojas” por ellas. No pude esperar a eso, estaba frío y mi estómago empezaba a sonar, así que seguí mi camino pensando en que para mí eso era entretenido… lo sería para el ordenador?.
Quiero decir, para terminar, que el ordenador tenía una pinta de latino a morir, moreno, pelo negro bien chuzo y cara de cómo de mexicano, eso casi me hace cruzar la calle a preguntarle si hablaba español, después me dije no, mejor no, eso es mucho prejuicio. A veces soy terrible.

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