MI VIDA EN STUTTGART

lunes, 22 de noviembre de 2010

Lunes 22 de noviembre

Y nos fuimos de paseo. Ida y vuelta en tren. Bien bueno el viaje, no se hizo para nada largo, considerando que eran tres horas y algo de ida y otras tres más de vuelta. La gracia, los transbordos. Ay! Qué lata dirá alguien, mmm, no, fíjense, los cambios le dan dinamismo a un viaje… los cambios y una que otra anécdota.
Partimos a eso de las 8 y media camino al Ubahn, o sea, a esa hora teníamos que salir, pero después de estar haciendo hora, salimos atrasados igual. Hacía un frío! Pero bueno, abrigados cual Keny de South Park, íbamos con coche, mochilas y maleta. Sí, era un viaje de fin de semana no más pero quienes tienen guagua saben que salir con bolso de mano cuando hay un bebé de por medio es imposible, así se salga por el día.
Llegamos al primer transbordo, uf! A la estación del Sbahn (no Spa como dije antes por ahí, jiji) que no tiene ascensor ni rampa, vamos subiendo con el coche entre el Coso y yo, y el Coso con maleta y mochila además. Había un tren parado en el andén y el Coso dice subamos no más adentro vemos si nos sirve. Ya po’, arriba entonces; mientras miraba cómo hacer para sentarme, escucho, no, nos sirve, bajémonos!, yaaaaaaa, abajo y los ojos de toda la gente sobre nosotros.
Llegamos a la siguiente estación, teníamos 9 minutos para cambiar de andén y tomar el otro tren, bien, bajamos rapidito, allá está el ascensor, a qué buena, vamos por ahí. Entramos y llenamos el pequeño ascensor, o al menos eso creímos, porque se nos metió una pequeña viejecita con maleta incluida, no sé cómo entró, la cosa es que los botones del ascensor no funcionaban bien y era leeeeeeento para  moverse, además la estación tenía dos entre pisos, paró en el primero, abrió puertas, cerró y todo muuuy lento; el segundo entrepiso, se cierran las puertas y la viejita hace señas que aquí se baja ella… aaah vuelta a abrir puertas, salir para que bajara, entrar, cerrar puertas y por fin arriba… noooooooooo, el botón del andén no se había marcado bien y bajamos al subterráneo de nuevo!! Oh no! Todo otra vez, parando en cada entrepiso, y mientras veíamos que en el andén estaba parado nuestro tren. Llegamos arriba, salimos del ascensor vamos a tocar el timbre de la puerta para que se abra y… el tren partió!! Maldición, perdimos el tren, puta la vieja de mierda, fue lo menos que dije.
Una hora más tarde abordamos otro tren, todo bien en este tramo, la siguiente estación era bien fría, la Libe dormía. Nada especial. Llegó otro transbordo. Ok, acá hay 20 minutos, así que busquemos con calma el ascensor para no subir y bajar escaleras cargados como Equeco. Mira, ahí hay una rampa, ya vamos por ahí. La mentada rampa era un largo pasillo, de bajada, con un fondo oscuro, íbamos llegando al final y oh oh esto no parece un pasillo para cambio de andén, sin luz, sin gente, más parece un túnel subterráneo, ay! No que susto Coso, devolvámonos, me dio miedo. Salimos y claro, tenía unas tremendas letras con dos palabras que vaya Dios a saber qué decían, seguramente no pasar.
Ya en el tren, quedamos al lado del baño. Voy a mudar a la niña, parece que se hizo caca. Mmm, cómo se abrirá esta puerta? Un botón rojo y uno verde, siguiendo la lógica de los colores, el verde seguro era para abrir y sí se abrió. Parecía una puerta de la guerra de las galaxias, ya veía que mientras se abría me aparecía un Luke Skywalker jajajajaja. Bien, ahora cómo se cierra, oh, se cierra sola, ya este será el pestillo, cuek! Este pestillo abre la puerta, cómo la cierro de nuevo, a ver, toco por aquí, toco por acá, ya se cerró, veamos Libe tu pañal, buuuuu falsa alarma. En todo este periplo mi herencia huasa salió a relucir y me sentí cual Carmela llegando a la ciudad. Les juro que sentía colgar las trenzas de mi cabeza. Abrir una puerta no puede ser tan difícil pensaba, pero casi me supera la tecnología. Y estaba que me hacía pipí, pero como aun no sabía cómo se echaba pestillo, tuve que esperar a que otros fueran al baño y observar qué hacían mientras la puerta se deslizaba cerrándose.
Para el último cambio de tren teníamos 6 minutos. Directo a las escaleras fue la consigna, nada de ascensores mira que pueden ser muy traicioneros. Íbamos lo más rápido que podíamos, entre mucha gente que se bajó. Ya, Coso toma el coche, bajemos, espera, no tan rápido, me voy a caer, ay, ahí sí. Llegamos abajo y una rueda del coche no andaba, qué pasa? Aaaah, está frenada, y mientras escuchaba a la gente reclamar (supongo yo que reclamaban porque no entendía nada de lo que decían, sólo lo intuyo por el tono de voz que usaban) porque estaba haciendo un pequeño taco al no poder avanzar rápido.
Corríamos por el pasillo, la otra escalera, de subida, ya, suelta no más el coche, vamos, rápido, noooo Coso, andén 6, ese es el 5, para el otro lado. El tren estaba parado, en la primera entrada nos subimos, iba medio lleno, pero bueno, era el tramo final y de sólo 10 minutos. Subimos y partió.
Llegamos a nuestro destino. Había gente esperando a las personas que se bajaron del tren. Se suponía que a nosotros también deberían estar esperándonos. Uh uh no veo a nadie más. De repente quedó sola la estación. Vamos a la salida allá al otro lado del andén, ya, bajada, subida y aquí para dónde? No veo a nadie de rostro conocido. Voy a ver allá, ya po’. A unos 50 metros había una sala, seguí al coso y cuando voy llegando a la puerta vi a nuestra amiga. Uuuuf! Respiré tranquila, llegamos por fin!

No hay comentarios:

Publicar un comentario