MI VIDA EN STUTTGART

martes, 30 de noviembre de 2010

Martes 30 de noviembre



Ahora que se viene una nueva teletón les quiero contar lo que me pasa con este asunto. Ojalá no se  malentienda mi punto de vista, trataré de explicarlo lo más claro posible.
Cuando era chica, me encantaba ver este programa, trataba de quedarme hasta lo más tarde que aguantara o me dejaran. Incluso, de adolescente, fui más de una vez al teatro Teletón al programa mismo. Lloraba con los finales, en realidad lloraba con cada historia que mostraban y dejaba todo de lado por ver esas 27 horas de amor, como dice Don Francisco y su séquito.
Pero desde que comencé a relacionarme con el mundo de la diferencia, mientras más entraba en ese mundo, más me empezó a molestar el programa y cada vez lo veía menos.
Ahora, acá, tengo contratado Tv Chile por internet, yo creo que ahí van a dar la Teletón. No sé si la vea, quizá por ver cosas chilenas capaz que me conecte, pero prefiero mil veces ver por youtube la serie Los 80.
¿Y por qué me carga tanto la Teletón? A ver, antes de responder, quiero dejar en claro que no estoy en contra de la Institución Teletón. He conocido a más de un niño que asiste a rehabilitación y me consta que hacen una tremenda labor por las personas diferentes.
Lo que detesto profundamente es el formato televisivo de esas 27 horas. Me carga el morbo con el que manejan todas las historias, como manipulan todo para que la lástima sea la reina de la fiesta. Si parece que las historias se midieran por cuál hace llorar más que la otra.
¿Cómo podemos esperar que cambie la mentalidad de las personas frente a la diferencia, si una vez al año, todos los “rostros”, todos los famosos que tienen “credibilidad” salen avalando majaderamente la premisa “si siente pena, colabore con esta pobre gente”, porque en realidad, con cada historia que muestran  lo único que nos hacen pensar es “oh! Pobre niño y yo que me complico con tan poco!”. Entonces no sentimos tan miserables de ver nuestra vida tan completa, que partimos al banco a depositar. Bueno, ahora abrimos una página web y hacemos click, pero el asunto es el mismo.
Es que de otra forma nadie colaboraría podrán decir ustedes. Sí, puede ser cierto. El círculo vicioso de esto ya está tan armado que quizá nunca cambie. Pero me da mucha rabia. Mucha. Porque yo trabajo con las personas diferentes. Hace 17 años que entré en este mundo.
Y qué he visto? Que todos somos seres humanos. Que la “discapacidad” no existe. Que sólo somos diferentes. Que las capacidades de cada ser humano son diversas, profundas y tienen muchas capas. Y que si partimos relacionándonos con alguien pensando que es un discapacitado, nunca veremos al verdadero ser humano que tenemos al frente. Sea la diferencia que sea que tenga esta persona, física, mental o intelectual.
Si me paso el año tratando de cambiar la mentalidad de las personas que se creen normales, abriendo espacios donde se respete la dignidad de las personas diferentes, luchando contra la lástima, cómo no me va a dar rabia que aparezca un señor con tanto poder mediático como Don Francisco hablando de los discapacitados como una pobre gente y potenciando la lástima como la única forma de relacionarse con ellos. Gggrrrrrrrrrr!!!
Una vez vi una serie que se llamaba Perspecplejia. Era buenísima. Qué tenía esta serie? Que mostraba la vida de personas con diferencias físicas pero desde la perspectiva de la dignidad. No daba pena, nunca terminé llorando e igualmente me hacía reflexionar.
Si usaran un poquito de ese formato en la Teletón, quizá no se juntaría tanta plata, pero a veces, lo que necesita la gente diferente no es un aparato o un nuevo método de rehabilitación, sino que simplemente que los miren por lo que son, seres humanos.  Sin pena porque le falta una pierna o porque piensa más lento. Como seres humanos. Igual que ud. que lee esto y yo que lo escribo.
Ps. Igual colaboro y hago mi depósito, porque insisto, la institución Teletón hace una labor muy buena y necesaria.

1 comentario:

  1. Muy de acuerdo en tu reflexión. Ese enfoque de dar pena si bien logra que las personas aporten dinero genera el perpetuar la exclusión de lo diferente.

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