MI VIDA EN STUTTGART

domingo, 15 de mayo de 2011

Domingo 15 de mayo

La verdad, no soy una amante loca de los animales como muchos amigos míos. Sólo dos veces y media tuvimos mascota en mi casa. Siempre fueron perritos.
 Esa media vez, sólo cuidamos entre mis primos y nosotros al perrito de un tío. Perrito que se salió por la reja del jardín el segundo día y lo atropellaron. Para qué les cuento el llanterío de cabros chicos que hubo.
La segunda vez, mi hermano llegó con un cachorrito a la casa y mis papás aceptaron que se quedara. Luego nos cambiamos de casa. El Pipo obvio, se fue con nosotros. Se ambientó en un santiamén a sus nuevos territorios, hasta que al cabo de unos meses desapareció así sin más. Fue un fin de semana. Mi hermano buscó día y noche al Pipo, por varios días, nunca apareció. Hasta que nos llegó el rumor que ese maldito fin de semana había llegado un circo a unas cuadras de la casa y que no sólo nuestro inteligente Pipo estaba perdido, sino que oh! coincidencia, varios perros del pasaje habían desaparecido ese mismo fin de semana… y el pasaje era bien largo.
Años después la que adoptó un cachorrito fui yo. Llegó a la casa y a los días lo llevamos al doc porque se rascaba todo el día el pobre, diagnóstico: Sarna!! nooooooooo, me gasté un dineral en shampoos, cepillos, correas antigarrapatas, casa de madera, colchón y demases.  Y para qué? Para que a los dos meses me diera cuenta que esa hermosa bolita de pelos no estaba bien, no era normal que hiciera hoyos todo el día, que rompiera todo lo que llegaba a su boca y que se asustara por cualquier ruido. Nuevo diagnóstico: depresión… me quedé cual Condorito Plop!. Y cómo no, si pasaba todo el día solito en el reducido patio de mi casa.  Mi hermano consiguió que un amigo se quedara con él, así que mi adorado Soli (así se llamaba) partió con bombos y petacas literalmente a su nuevo hogar: una casa grande, con muuuucho patio y un par de compañeritos. Cada tanto recibíamos noticias de él, crecía fuerte, sano y travieso.
Esa ha sido toda mi experiencia con animales. Y como dije antes, no soy amante en particular de estas criaturas, ya sea perro, gato, etc. Pero tampoco soy mala clase con ellos. Estoy en contra de la tortura llamada “rodeo”, de maltratarlos o tenerlos en mal estado. Igual como carne y uso zapatos de cuero…
El caso es que cuando empecé a pololear con el Coso y el asunto se fue haciendo más serio, conocí en su casa al Chumbi y la Negra. El Chumbi es un goldenretriver color té con leche ultra tierno y grandulón; la Negra es una quiltra gordita y totalmente azabache, pilla como ella sola y noble a morir.
EL Chumbi (apócope de Chumbeque) es bien cargante, si le haces una vez cariño, jodiste, no se despega de tu lado y se va como acercando cada vez más a ti. Si ve que le estás haciendo cariño a la Negra, él con toda su humanidad perruna va y se pone al medio para ser él quien reciba las caricias, sin ningún miramiento con la pobre Negrita, la que humildemente se hace a un lado, como si no le importara esta situación o como si ella estuviera muy por encima de esas chiquilladas.
Siempre que uno llega a su casa, te salen a recibir. Y no llegan con las manos vacías, nooooooooooo, si son de lo más educados que hay. Ellos llegan, trayendo en su boca,  una ramita, una piña de pino, o cualquier cosita que les parezca digan para recibir a un amigo, porque para ellos cualquier persona que llegue su casa es un amigo. Ladran? Sí, a veces, pero si vieran sus miradas… son como esas personas que no logran percibir la maldad ajena. Ellos son  bueeeeeeeeeeeeeeeeeeeenos. Y primero se acercan a ti y luego dejan el regalito a tus pies para acompañarte hasta la entrada de la casa, han visto cosa más tierna??
Son un par de perros maravillosos, son compinches, amigos, se cuidan, se acompañan, de guardianes no tienen mucho la verdad, pero igual imponen presencia… hasta que se acercan y bajan la cabeza buscando un cariñito. Ya imagino el día en que volvamos y la Libe juegue con ellos!!! Estoy segura que se van a amar mutuamente.
Saben, quizá todo lo anterior debí escribirlo en pasado.
Pero no puedo resignarme. Quiero creer que la Libe los va a conocer.
Qué creen ustedes? Será verdad que todos los perritos van al cielo?
Un día se perdieron y después aparecieron sin vida… un(a)  maldito(a) mal nacido(a) los envenenó.
Si el cielo de perritos existe, ellos están ahí.
Chumbi, Negrita… no creí quererlos tanto, si se supone que yo no soy amante de los animales.
Este es mi humilde homenaje para ustedes.
Cuando me caiga una hoja en la cabeza, sabré que son ustedes los que acaban de abrir su hocico, que me están saludando y me van a acompañar hasta que llegue a mi destino.

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