Cómo llegué a Alemania?
Con cuatro maletas perdidas, una guagua de 7 meses, bolso de
mano gigante con tantas cosas “por si acaso” y otra mochila llena de pena, susto
y mucha incertidumbre, que nadie veía.
Cómo me voy de Alemania?
Con cuatro maletas que espero lleguen conmigo a Chile, una
hija de dos años y 4 meses, un bolso de mano gigante lleno de cosas útiles y
una que otra “por si acaso” y una mochila llena de experiencias, crecimiento,
un corazón dividido, con pena por dejar a mi Coso y mucha alegría a la vez, que tal vez nadie vea.
20 meses de ser turista a plazo fijo hicieron lo suyo.
Qué me llevo de este país, maravilloso y difícil a la vez,
un país tan capitalista pero con un sistema social tan equilibrado en cuanto a
oportunidades... mmmm antes de seguir, mejor aclaro que mi visión en
realidad, no es de país, sino más bien de Stuttgart, la ciudad donde he vivido.
A ver, me llevo un idioma a nivel intermedio. Un idioma
difícil de aprender, pero muy bonito.
Quizá un de las cosas que más me marcó en este tiempo fue el
curso de alemán que hice. Subvencionado en parte por el estado. Ahí pude conocer
a mujeres muy especiales que me enseñaron a abrir mi mente y me enfrentaron con
mi occidentalidad gigantesca, de la cual no era consciente. Mujeres que tenían una vida marcada por el
machismo, totalmente dependientes del marido, dueñas de casa de tomo y lomo,
casadas jóvenes con maridos elegidos por sus padres, que a mi edad, algunas ya eran abuelas… un panorama
terrible a mi occidental ignorancia. Pero
mujeres que llegaban todos los días con una sonrisa gigante en su rostro, que
le ponían empeño en aprender un idioma, que habían dejado su país siguiendo al
marido, dejando familia y vida atrás, que adoraban a sus hijos por sobre todo,
que les gustaba cocinar y sabían mil cosas que habían aprendido de sus madres y
abuelas… mirándolo así, en qué nos podíamos diferenciar?? En todo esto, la palabra clave fue tolerancia y aprender, adiós prejuicios.
De ellas aprendí que ser dueña de casa no tiene nada de
malo. Claro, yo crecí bajo el sermón de la independencia y jurándome toda la
vida que jamás sería dueña de casa ni mantenida por un hombre porque yo era
para mucho más… como si ser dueña de casa me hiciera menos inteligente. Y ahora
después de 20 meses de serlo, me doy cuenta que no me he vuelto tonta ni menos
capaz. Todo mi lado mateo afloró igual, pero se enfrentó a cosas desconocidas
donde el instinto valía mucho más que datos acumulados en alguna parte del
cerebro. Estoy feliz de haber sido dueña de casa, y aunque quiero volver a
trabajar, me lo tomo con calma. Porque también aprendí que el proyecto de
familia que tenemos con el Coso es eso, un proyecto en el que todos tenemos que
dar lo mejor y lo que el proyecto necesite para que la cosa funcione.
Me voy a Chile con el gusto por lo simple, en todo sentido
de la palabra. La distancia con mi país me ha hecho ver lo exitista de nuestra
sociedad. Donde todo se mide por lo caro o elitista que es. Hay que tener una buena casa, un buen auto, hay
que tener un buen trabajo, vivir en ciertas comunas, hay que mandar a los hijos
al mejor colegio, el más caro o el que tiene mejores puntajes y obvio, comprar
todas las nuevas tecnologías que el mercado ofrece para criarlos, porque sólo
así serán más inteligentes y uno por ende, les dará lo mejor… qué gran mentira!! Bueno, como nosotros no
pretendemos regirnos por eso, desde ya
les digo que se guarden sus opiniones sobre nuestras decisiones, si se las
pido, bien, si no, pueden pelarnos todo lo que quieran.
No voy a decir que cambié del cielo a la tierra, porque creo
que sigo siendo básicamente la misma persona. Pero el cambio más grande fue
quizá conocerme muy a fondo, no es que sea mejor o peor que antes, solo sé cómo
soy mucho más que hace 20 meses. Eso es bacán. Me hace sentir más grande. Sigo
siendo miedosa igual, insegura, obsesiva y bla bla bla bla… claro que ahora
manejo esos aspectos mucho mejor.
Acá los amigos son la familia, por eso que irse también da
pena. Porque siempre va a haber una
parte de mi corazón que va a estar acá. Voy a extrañarlas mucho chiquillas,
pero me voy tan agradecida de haberlas conocido, de todo el tiempo compartido,
de tantos momentos, tantas conversaciones, de tanto cariño, de tanto ser
familia… Vero, Liz, Lolo, Carola, maridos respectivos e hijos/as, gracias!!! No sé qué más decirles.
Amigas chilenas, latinas, españolas y extranjeras, gracias
por su acogida y amistad, de cada una de ustedes me llevo algo.
Ya, no sigo porque me voy a poner a llorar. Sólo me queda
darle las gracias a quienes leyeron con paciencia este espacio y comentaron y
opinaron.
Me voy con ganas de hacer muchas cosas en Chile, no sé si
las haré todas, no sé si será fácil volver y empezar otra vez allá. Pero venga
lo que venga, ahí estaré, al pie del cañón.
Ah! también me voy bonita, sí, bonita, porque aunque parezco
ballena, me siento más regia que nunca!!
Vielen Dank
Deutschland!!
Y espérame Chile, que allá voy!!
PS: se me quedan muchas cosas en el tintero, con tiempo en Chile, las decantaré, quizá en otro blog. Cariños a todos!!